Requiém por nuestra querida Unión

Salamanca vive otra jornada amarga con la definitiva desaparición de la Unión Deportiva Salamanca. Ese club que, al grito de ‘¡Hala Unión!, causó admiración entre todas las aficiones de España a lo largo de sus noventa años.

Casi un siglo de historia que da para mucho. Desde los dos Campeonatos de España de Aficionados, hasta los tres ascensos a Primera División. Todo ello en etapas en las que míticos jugadores han brillado defendiendo los colores blanquinegros de la Unión. Desde el goleador Pruden, el fenomenal Abilio, el gran D’Alessandro, el genial Alves

La vida social de la capital charra no se entiende sin su pasión con el club de fútbol más representantito. El que hizo vibrar a la ciudad durante las tardes de domingos, ya fuera en el viejo campo del Calvario o más tarde en el Estadio Helmántico. Pero fue sobre todo cuando mediaba la década de los setenta y disfrutaba de las mieles de la máxima categoría cuando los nombres de D’Alessandro, Rezza, Sánchez Barrios, Robi…, quienes pasaron a formar parte del templo sagrado del balompié charro.

Era una UDS que, bajo las órdenes de un maño que se hizo salmantino de sentimiento como José Luis García Traid, enamoraba por su entrega y buen fútbol. Tiempos que el Barcelona de Cruyff, Neeskens, Rexach, Asensi… caía derrotado en todas sus visitas a Salamanca. Pero la gran revolución llega en 1976 cuando un finísimo jugador portugués llamado Joao Alves, que fichó con vitola de figura, aportó los días de mayor felicidad. Fueron dos temporadas memorables con la estrella lusa que siempre jugaba con guantes negros como artífice y generador de tantas emociones. Su calidad, desmarque, colocación, toque de balón lo convirtieron en el mejor jugador de la liga durante esas dos temporadas, gesta incluida en la primera de ellas cuando hasta se ganó al Real Madrid en el Santiago Bernabéu en otra noche que Salamanca soñó despierta.

Era la época que la afición abarrotaba el Helmántico. Un templo futbolístico que aplaudió la agilidad felina del grandioso Arconada como gran estrella de la mejor Real integrada por otros mitos como Satrústegui, Zamora, López Ufarte… Partidazos contra el Atlethic de Dani, Rojo, Villar… e incluso hasta el colosal Iríbar, ya en su final deportivo se ganó muchos aplausos. Lo mismo que las grandes estrellas del Real Madrid de distintas épocas, un equipo al que llegaron varios jugadores desde la UDS, como Sánchez Barrios, Ito, Ángel, porque Del Bosque e Isidro lo hicieron desde el filial. O el Valencia de Kempes, Rep, Tendillo, Arias… Incluso otros más modestos, pero que en alguna época asombraron por su calidad, como la Unión Deportiva Las Palmas con su fútbol académico en la época que Molowny y después Miguel Muñoz dirigieron a Carnevalli, Brindisi, Tonono, Castellanos… O los grandes partidos contra el Bétis que lideraba Cardeñosa y con otro grande como Esnaola en la puerta. El Atlético de Madrid, con tantos seguidores en la capital del Tormes, cuando llegaba con Leivinha, Garate, Pereira, Rubén Cano… siempre con partidos para enmarcar sobre el césped charro.

Aquella fue la mejor Unión, la más grande, la que ‘acarteló’ a jugadores de leyenda como todos los mencionados, sin olvidar al Lobo Diarte, extraordinario delantero, el canario Juanito, o Ángel que tenía un guante en sus pies y lo fichó el Madrid de los ’garcía’ en el que triunfó, el central Juanjo que se fue al Barcelona y acabó en el Atlético de Madrid, sin olvidar a algunos canteranos de brillante resultado como Enrique, Pedraza, Sito… entre otros muchos que destacaron a lo grande. Eran años que Salamanca vibró con sus éxitos de la Unión y cada fin de semana giraba alrededor de su equipo de fútbol. Días que con las visitas de los equipos norteños, sobre todo vascos y asturianos, la ciudad llenaba los hoteles y restaurantes. Como también ocurría con los madrileños y sevillanos, que venían acompañados de miles seguidores.

Después ya llegaron otras épocas, los descensos y de nuevos los ascensos, mientras la estrella brillaba con menos intensidad a la sobra de gestiones directivas controvertidas. Llegaron otros jugadores y no fue hasta final del siglo XX con la llegada de los portugueses Pauleta y César Brito, sin olvidar a Stinga, Popescu, Barbará, Vellisca, Taira, Sito, Silvani… cuando se disfrutan otros grandes momentos. De entonces quedan goleadas como el 6-0 al Valencia; el 5-4 al Atlético de Madrid; los triunfos memorables al Barcelona tanto en el Helmántico como otra histórico en el Camp Nou que salvó al equipo del descenso.

Todo ello en lo que fue el canto del cisne de un club que admiró a España y al que han matado las malas gestiones. Un equipo que fue la ilusión de esa tierra y el motor de felicidad de una tierra, como Salamanca, que tantas veces soñó despierta alrededor de los triunfos de la Unión. De nuestra querida Unión que hoy ha escrito su réquiem.

 

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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