Juanjo, un central de lujo

Aquella temporada 1974/1975 con la Unión Deportiva Salamanca recién ascendida a Primera División, la capital del Tormes cada fin de semana era una fiesta teñida de blanquinegro gracias a su equipo, que en dos años pasó de la olvidada Tercera a la máxima categoría. Y lo hizo grande tuteando a los míticos Barcelona, Madrid, Atlético, Bilbao… Sin venirse abajo y llenando de ilusión las gradas del precioso estadio Helmántico, entonces con pocos años de vida.

Nunca la capital charra tuvo tanta felicidad como la que le regaló su equipo. Esa Unión que ha sido un pilar charro y siempre una fuente inagotable de ilusión Pero aquel ascenso fue el culmen de todas las ambiciones. Por eso, cuando meses atrás se le ganó el Betis con el gol de Sánchez Barrios y se consumó la gran obra, toda la ciudad y la provincia se echaron a la calle para celebrar lo que era un sueño.

Y el sueño fue real, mucho más con los refuerzos que llegaron al equipo y sembraron tantas simpatías, como los sensaciones Ricardo Rezza, la elegancia hecha defensa y del cancerbero Jorge D’Alessandro, portero de máxima vitola y leyenda viva del club. Pero también fueron fichados otros nombre que triunfaron. Como el Juanjo, procedente del Atlético Madrileño que era un central alto y de gran calidad que desde el primer día enamoró a la grada.

Juanjo, que pronto se dejó crecer una barba que ya lo caracterizó para siempre, atesoraba habilidad y potencia, junto a su reconocida técnica y la gran visión en el corte para adelantarse al delantero. Por eso le tocó cubrir a destacados ‘9’ que eran figuras y a quienes frenó en seco.

A partir de esa temporada, con la Unión en Primera, el Helmántico recibió las visitas de las grandes figura del fútbol de esos días. Como el Madrid de Amancio, Breitner, Santillana, el charro Del Bosque…; el Barcelona de Cruyff, Neeskens, Rexach, Asensi… El Valencia de Kempes, Rep… El Atlético de Luis, Garate… Todo era un sueño hermoso y bonito que además se hacía más grande a medida que el equipo daba tantas alegrías gracias a todos aquellos crack en los que el nombre de Juanjo destacaba con luz propia.

Pero mucho más a raíz de la primera visita del Barcelona al Helmántico cuando cubrió a Cruyff y el genio holandés no vio bola. Aquel marcaje al día siguiente tuvo eco en las páginas de todos los diarios deportivos y hasta José María García, que radió el partido le dedicó protagonismo “señores, ese fabuloso central de barbas va a ser una leyenda del fútbol inmediata del fútbol español”. Poco después y fruto de su buen hacer fue convocado por Kubala para la Selección, aunque no llegó a debutar en la Absoluta. Y por cierto la defensa de aquella Unión de lujo, que estaba integrada por D’Alessandro, Lanchas, Rezza, Huerta y Juanjo, fue la menor goleada de esa temporada en la máxima categoría.

Con la aureola de magnífico defensa completó su ciclo en el Salamanca y fichó por el Barcelona con el sello de figura, con lo que sus metas seguían creciendo. Pero en can Barça las cosas no funcionaron como pensaba y eso unido a unas inoportunas declaraciones contra al técnico quedó relegado a la grada, sin apenas volver a jugar más en el club catalán. Con su nombre mermado de interés ficha por el Recreativo, que pujaba desde la Segunda con dar el salto. Pero quien dio el salto fue Juanjo, quien tras dos excelentes temporadas se interesa por él el Atlético de Madrid, quien lo ficha para cumplir tres exitosas campañas en el conjunto del Manzanares, de cuyo filial llegó al Salamanca para comerse el mundo.

Hoy aquel defensa de lujo nos ha dejado y esta noche cuando se ha hecho oficial la triste noticia de su muerte un nudo de tristeza se hace presente quienes admiramos su talento. El talento de aquel Juanjo, que llamaban ‘El Plantas’ y fue un grande de nuestra querida Unión. Aquella que en la temporada 1974/1975 cada fin de semana convertía a la capital del Tormes en una fiesta teñida de blanquinegra.

*Artículo publicado en ABC

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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