¡Esa faena de Manzanares, esa!

Parecía que nunca llegaría el domingo de Miura que clausuraba el ciclo de San Isidro. Mes intenso de toros en Madrid con cosas para recordar y sacar conclusiones. Sobre las demás la colosal faena de José María Manzanares, al toro ‘Dalía’ de Victoriano del Río, debería perpetuarse con un mármol en la plaza, porque ha quedado escrito a la altura de las históricas protagonizadas por Manolo Bienvenida al toro de Sánchez Fabrés; la de Marcial, al de Terrones; la de Manolo González a ‘Capuchino’ –de Graciliano; la de Domingo Ortega a un AP; la de Chicuelo a ‘Corchaito’ –también de Graciliano-; la de Antoñete a ‘Baratero’ –de Osborne-; la del Niño de la Capea a ‘Cumbreño’ –de Manolo González-; la de César Rincón a ‘Bastonito’ –de Baltasar Ibán-; varias de El Viti a toros de Garzón, de Galache, de Miura…; la de Camino a ‘Serranito’ –de Pablo Romero-; la de Antonio Ordóñez a otro Pablo Romero; la de Andrés Vázquez a Baratero –de Victorino-; la de Julio Robles al de Aldeanueva; la de Julio Aparicio, a ‘Cañego’ de Alcurrucén… y varias más que han hecho grande esa plaza monumental.

Y ahí, en esa lista de oro ha puesto su nombre el alicantino Manzanares, que llegó a Madrid y se olvidó de la interpretación de sus dos últimas campañas -con predominio de toreo ventajista, pero salvado por su espada- para hacerlo de manera encajada, con pureza y mucha verdad, pasándoselo cerca, con la ‘bamba’ de la muleta y todo ello con su aroma mediterráneo –los genes paternos aquí son calcados-, junto al gusto y la torería para salir de Madrid coronado como nuevo rey del toreo moderno. Aunque eso sí, con la responsabilidad de hacerlo también en las ferias de provincias de esa manera y olvidarse de las circunvalaciones que buscó en 2015. Porque se lo van a exigir y él ha demostrado que lo sabe.

Jose Maria Manzanares- LAS VENTAS- 01-06-16-foto Paloma Aguila

Más allá de ese faenón digno de acristalar en el mejor marco del recuerdo, Madrid no ha sido testigo del cacareado cambio de ciclo y arriba seguirán los que estaban, más o menos con la misma fuerza, aunque ya con Manzanares en la ‘pol’. Únicamente Roca Rey se sube al carro y en parte también López Simón, que además ya tenía hecha la temporada, pero muy perjudicado por la doble oreja que cortó la tarde de la apoteosis de Manzanares y por mostrarse un escalón más bajo que la campaña de su irrupción; mientras que a otros, caso de José Garrido, le está costando mucho y se adivina inmerso en la crisis del paso generacional; sin olvidar que los otros novilleros que el ‘sistema’ acuñó de postín –no sus méritos-, los Álvaro Lorenzo, Varea, Ginés Marín… le espera una larga travesía en los duros desiertos de la falta de contratos.

Eso sí, también hay chavales jóvenes a los que merece la pena ver cuanto antes para refrendar su tarjeta de presentación. Por ejemplo ese torerazo llamado Morenito de Aranda, un artista que debería estar en todas las ferias; de Paco Ureña, con un pureza y magnífico concepto; del francés Juan Leal, con valor seco y cabeza, además de saber torear; de Gonzalo Caballero, otro valiente; de Juan del Álamo que sigue sumando y al que le falta esa definitiva explosión que tantas tardes ha acariciado.

Sin embargo entre los de arriba Talavante no ha fallado para volver a poner sobre las arenas que es un torerazo al que siempre merece la pena ver. Talavante trae la sorpresa de su creatividad y torería. Lo mismo ocurrió con Ponce, que rubricó una grandiosa faena a la que la espada, como tantas veces le ha ocurrido en Madrid, le impidió salir en hombros, pero dejó su sello del clasicismo. Mientras que El Juli anduvo desnortado la primera tarde –al día siguiente del faenón de Ponce- y medio salvó los muebles con un ‘vellosino’, en su segunda, aunque ni él está a gusto en Madrid, ni Madrid con él. Otro que llegó a San Isidro enchufado al estar apoderado por la empresa fue Castella, quien protagonizó una feria gris y ausente de ambición, aunque el último día con un ‘adolfo’ intentó salvarse de la quema, pero la mayoría del público ya no estaba por ver lo bien que lo hizo. Y por cierto entre los triunfadores hay otro nombre propio, el de David Mora, que en tarde emociones le salió el toro soñado -‘Malagueño’, de Acurrucén- para hacerle una faena de ensueño que lo ha devuelto a todas las ferias. ¡Porque tuvo hecho un torerazo!

Ahora a la Monumental de Las Ventas vuelve la temporada, las llamadas tardes de la canícula, las ‘domingueras’ que tienen un encanto especial y en las que estos próximos meses hay que contar, por encima del resto, con Eugenio de Mora, con El Payo, con Gonzalo Caballero; además también con un Javier Castaño para el otoño que no tuvo ninguna opción y, al igual que en Sevilla, se anunció con la miurada y merece mejor suerte tras vencer la pelea más dura. La pelea del cáncer, de la que aún tiene vivos los daños del duro tratamiento sufrido. Pero más allá de su la enfermedad que cuadró en los medios de la vida lo merece por ser un torero que busca la verdad y la pureza.

Ahora con Manzanares iluminando de torería dejó una pregunta que, al igual que le ocurre a muchos aficionados, gustaría ver cumplida: ¿Para cuánto se podrá disfrutar con un cartel compuesto por Juan Mora, Curro Díaz y Morenito de Aranda?

Jose Maria Manzanares-puerta grande LAS VENTAS- 01-05-16-foto Paloma Aguilar

Unknown

 

 

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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