Cuadrilla para todo (crónica de Ciudad Rodrigo)

Ciudad Rodrigo abrió el telón del primer festival y en el maderamen que conforma el pintoresco coso taurino no cabía un alfiler. Pocos sábados de Carnaval ha conocido uno con tanta gente –y eso que lleva un porrón de ellos-, con los bares repletos, la diversión viva en cada rincón de una ciudad que, cada invierno, echa la casa por la ventana para el Carnaval del Toro.

Ese Carnaval que siempre celebró este festival con nombres atrayentes -lo habitual en esta fecha para abrir boca- y en ocasión se disfrutó de buen toreo por un cuarteto que dejó la esencia y la gracia de su calidad. En distintos matices claro, cada cual con sus formas y maneras. Tenía mucha calidad el primero de Juan Manuel Criado –aunque le faltó un poco de chipa que trae la emoción- frente al que El Cid estuvo a gusto y toreó, sobre todo, al natural con su formas puras y su genuina interpretación rematado con una estocada trasera. Sin embargo al Cid, vista su manera de obrar, realmente no le interesó otra cosa más que las orejas –despojos que decía Curro Romero- en esta fiebre de triunfalismo de la torería andante. Porque no quieren más que el triunfalismo que traen las orejas a cualquier precio. Y así lo hizo patente desde el principio gracias a la cuadrilla que lo arropó, gente pendiente del palco y sus pañuelos. Y más cosas, porque antes incluso se produjo el hecho sorprendente de que el cambio de tercio lo pidió el puntillero David ‘Pirri’ –‘tercero’ de la cuadrilla’, quien a lo largo de la tarde se mostró activísimo en ‘radiar’ la corrida y en mendigar los trofeos alocadamente a los tendidos; pero sobre todo en polemizar contra el presidente en una página ingrata y poco profesional -¡y menos llamándose Pirri!- al detenerse a increpar el palco –junto al otro peón- en el momento de dar la vuelta al cuadrángulo, discordia que se multiplicó al final, aquí ya junto al jefe de filas, tras excitar al público para mostrar muestras de rechazo al ‘ussía’, junto a los ‘palabros’ de los banderilleros. Y es que independientemente de que el palco se pueda equivocar o no –a nuestro tenor estuvo en su sitio-, lo cierto es que a la autoridad se le debe un respeto. Más en este caso que el protagonista –Juan José Rodríguez Martín, a la sazón magnífico aficionado- es un presidente de larga carrera avalada por el prestigio en la Monumental de Barcelona, plaza que lo aupó como presidente serio y recto.

Pero aquí hay que volver a la realidad y que, como decía Ortega y Gasset, el estado de la nación es un espejo del de la Fiesta Nacional. Y es así de cierto, porque este país lleno de ‘Ali Babás’, desnortado, sin justicia y sin autoridad quedó patente en la cara de la Fiesta por la fea y sucia actitud del Cid –junto a sus peones- ayer en Ciudad Rodrigo, quienes estuvieron a punto de provocar un escándalo. Su actitud incluso llevó una frialdad al público que no supo ver el exquisito toreo al natural de Iván Fandiño, encajado y firme, porque ya se sabe que, en estos casos, se prefiere el barullo y lo superficial antes que lo puro. La fritanga en vez del caviar. Razón por la Fandiño se quedó en una ovación después de que su torete, con un punto de raza más que el anterior, tardase tanto en caer.

Y quien se llevó la tarde de calle fue Juan del Álamo con una interpretación muy apropiada para el Carnaval. Vistoso y variado de capa, luego con la muleta fue todo entrega desde que clavó las dos rodillas en tierra para torear en redondo y seguir después después sobre ambos manos, con prisas por triunfar. Con hambre de éxito. Tanto que el final volvió de nuevo a ponerse de hinojos, ahora en unas manoletinas para asegurar el premio, que ya lo tuvo en el mano al matar con facilidad y pasear las dos orejas ante el paisanaje con la radiante felicidad de una sonrisa.

Toñete, nuevo en esta plaza –como se anunciaba la cartelería antañona- se mostró digno ante un novillo lastimado al comenzar la faena de muleta tras estrellarse contra un burladero. A partir de ahí anduvo de enfermero del animal, hasta que ya al final sufrió una fea voltereta que lo enrabietó y al ‘juanmanuelcriado’ le hizo sacar las pocas fuerzas que le quedaban para firmar un final que fue a más. Mató de casi entera algo atravesado, junto a un descabello y le pidieron la oreja, quedando el premio en la vuelta al ruedo.

Al acabar los toreros replegaron capotes y marcharon, mientras la gente del Cid aún seguía ‘ladrando’ con miradas ‘reviradas’ al palco y dando la sensación que a ellos solamente le interesan las orejas en medio de ese desmedido triunfalismo que se ha impuesto en la Fiesta. Porque ahora, a los toreros, ya únicamente la interesan las orejas, no el crujio, la emoción y provocar esos ‘olés’ que salen de dentro. Y es que, otra tarde mal, volvimos a ver que el mal está dentro. Como en este caso de convertir a la cuadrilla en mendigos.

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

5 comentarios en “Cuadrilla para todo (crónica de Ciudad Rodrigo)

  1. Señor cañamero soy pirri llameme por favor el unico mendigo que hay aqui es usted y espero que restifuque la cronica y ni que me nombre ni para bien ni para mal

    1. Señor Pirri, soy Paco Cañamero. No merecía la pena ni contestarle, pero no piense que me voy a esconder. Yo escribo lo que veo y a usted lo vio todo el mundo pedir orejas. A usted lo vio toda la plaza pararse en la vuelta a increpar al presidente. Y de eso hay videos y numerosas fotos, por si llega el caso se pueden mostrar. La labor de un peón no es pedir, eso es algo que ayuda a perder valores de la Fiesta. ¿Por qué no mendiga las orejas en Madrid, en Sevilla, en Bilbao…? Y lo de escribir sobre usted se hará mientras actúe en un espectáculo público, ¡faltaría más!, al igual que de todos los integrantes de la Fiesta. También, por esos motivos, podía haber tenido la decencia de dirigirme a mi en las muchas ocasiones que ha sido elogiado y se ha valorado su hacer profesional, entonces nunca dijo que no se escribiera de usted, ni tan siquiera se dignó a enviar comunicados. Lo que hizo ayer en Ciudad Rodrigo de pedir orejas es un atentado a la Tauromaquia y faltar el respeto a la autoridad una cosa muy grave. Y quien vela por la seriedad del toreo desde la independencia debe reflejarlo y decirlo.

  2. Hoy no comparto tus comentarios Paco. Antes de todo lo que comentas, y si eres objetivo, reconocerás que los únicos olés que sonaron en la plaza fueron gracias al pulseo magistral de el Cid para que el escasito de fuerzas de juanma no se cayera. Y hombre… Culpar a el Cid de que la gente vaya al festejo a echar la siesta… Y que no se den cuenta de que toreaba Fandiño… Como que no Paco.
    Normal si veo que se arrope un poco más al paisano y que traten un poco mejor a del Álamo, pero a Toñete le han puesto la vara de medir muy alta. En fin, que en mi opinión no aciertas cargando las tintas contra un torerazo y dejes ir de risitas al «páter» «desasesor» del palco que salió pitando por si las moscas. Un saludo

    1. Hola Juan Luis, para gustos se hicieron los colores. Pero no digas que he escrito mal del Cid, porque mientes o te ha hecho mal efecto algo. Del Cid digo los siguiente: «El Cid estuvo a gusto y toreó, sobre todo, al natural con su formas puras y su genuina interpretación rematado con una estocada trasera». ¿Estamos? Lo que censuro fueron las formas de su cuadrilla de pedir orejas, algo que denigra al toreo, al igual como la bronca que le montaron al presidente. ¿Te imaginas una cuadrilla que se para en Las Ventas a increpar el palco? De Fandiño he dicho que la gente no se dio cuenta de unos naturales que dio de mucha calidad. Y de Toñete, e refresco la memoria digo lo siguiente: «se mostró digno ante un novillo lastimado al comenzar la faena de muleta tras estrellarse contra un burladero. A partir de ahí anduvo de enfermero del animal, hasta que ya al final sufrió una fea voltereta que lo enrabietó y al ‘juanmanuelcriado’ le hizo sacar las pocas fuerzas que le quedaban para firmar un final que fue a más». Creo que queda claro. Un saludo y buen Carnaval.

  3. Hace ya tiempo que los banderilleros malos, esos que dentro de su mismo gremio llaman despectivamente “banderilleros de escuela” ,se convirtieron en mamadores al servicio de “sus amos” que son los que pagan sus sueldos. Debe haber mucha competencia cuando el mal que venia de los de abajo, lejos de quedarse ahí mendigando su pan, va escalando puestos y va llegando ya a los matadores de segunda fila como El Cid mientras la prensa apesebrada los aplaude. Acciones como la protagonizada hoy por la cuadrilla del Cid dañan la tauromaquia y ensucian el nombre de grandiosos subalternos que con dignidad y oficio honran su profesión cada tarde y bordan su toreria de plata con hilos de oro de muchos kilates.

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