‘Cenizos’ para estos novilleros

Al llegar a Ciudad Rodrigo uno repara que esta fecha, antaño, tenía su particular punto reivindicativo. Eran otros tiempos y distintas formas de vivir que hoy se antojan imposibles Ocurría si aún quedaban ganas de fiesta en los jaraneros cuerpos de los farinatos y entonces, al finalizar la capea del martes, la gente se ‘manifestaba’ en la misma plaza para pedir al alcalde ‘cenizos’, manera de denominar a la extensión del Carnaval hasta el Miércoles de Ceniza. Con el añadido del carácter tan fiestero y alegre que caracteriza a los mirobrigenses, casi siempre se pedían después de haber existido alguna irregularidad en las días propios del Carnaval, caso de un encierro que se pudo celebrar o por inclemencias atmosféricas y tener preparados toros, cabestros, gente… Hoy eso es un sueño prácticamente imposible -el último ‘cenizo’ se remonta a 1976- al necesitarse tanto papeleo para la celebración de un espectáculo, aunque en ocasiones fuera necesario que volvieran está simpáticas tradiciones para quitar los vientos avinagrados de esta época.

En este caso para poder lidiar mañana otra novillada más adecuada y que a los muchachos actuantes les quedase mejor sabor de boca. Aunque no se acabó de redondear al ponerlo tan difícil y complicado, en ocasiones, las reses del Villar de los Álamos, que dicho sea también es su obligación. Novilletes que vendieron cara su vida, lejos de las ‘marcas registradas’ de las figuras. De lo que pedían el carnet, aunque también es cierto que en general estuvieron faltos de raza e incluso alguno con bronquedad. Por eso tenía más mérito lo bueno que hicieron en esta tarde donde casi nadie se fue a gusto para casa y con la desgracia de ver cómo al sevillano Curro Durán –hijo de aquel buen torero del mismo nombre que en la segunda mitad de los 80 tuvo en la mano ser figura- resultó herido de gravedad en una cornada certera al hacer presa tras lanzarlo al suelo su novillo, el segundo de la tarde.

Volvía Alejandro Marcos a esa plaza, ya hecho y a punto de cerrar su trayectoria en este escalafón, porque todo indica que durante el verano tomará la alternativa. Veterano en estas lides, el fino torero de La Fuente abrió el festejo que ponía punto final al Carnaval del Toro dejando detalles de su pellizco frente a un utrero deslucido. Brilló en el saludo de capa en bellas verónicas a mano baja y compás abierto. El mismo sentido lo tuvo presente en el inicio de faena, con mucho gusto, antes de coger la diestra para torear en redondo con firmeza a un novillo que en cada muletazo se orientaba de lo que dejaba detrás. Pero Marcos no se arrugó y llegó a sufrir una fea voltereta al quedarse descubierto antes de cobrar una estocada caída que le valió una oreja. Gustó el de La Fuente, aunque no puede apagar las luces rojas de su espada, inmediato reto a resolver en su carrera, después de que el pasado año le restase numerosos triunfos.

A Curro Durán le tocó bailar con la más fea, que no es otra que la mala suerte del percance. Le llegó ya en las postrimerías de su faena al interpretar unas bernadinas y en el momento de citar se descubrió para prenderlo el novillo y herirlo gravemente en un muslo, por encima de la rodilla. Se vio claro que lo había calado e inmediatamente fue trasladado a la enfermería con gestos de dolor. Una pena.

Pérez Pinto, que ‘jugaba’ en casa’, salió tan dispuesto que recibió de rodillas en los medios a su novillo –algo que en esta plaza es una locura-. Enfrente tuvo un animal bajo de raza al que se sobrepuso con entrega y disposición en un trasteo mal rematado con la espada. Pese a ello, Pérez Pinto fue obligado a dar la vuelta al ruedo tras pedirle sus paisanos una oreja que el palco, con buen criterio, no concedió –había fallado reiteradamente con el acero-. Pero sus ganas y arrebato ahí quedaron.

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Cerró el festejo otro novillo desrazado que correspondió a David Salvador, también del vecino pueblo de La Fuente de San Esteban. David, tranquilo y con poso, en las antípodas de las prisas que acechan a quien lleva tan poco tiempo de novillero con picadores fue una grata sorpresa para quien lo descubrió. Aunque no logró ajustarse con la capa, pero tras el tercio de banderillas y brindar al público llegó una apertura de faena que fue la tarjeta de su presentación. A partir de ahí con parsimonia e incluso a veces solemne, firmó un interesante trasteo, asentado y firme. Al natural logró los momentos más importantes hasta que cerró la faena con unos ayudados a dos manos sellados por buen gusto, porque en tiempos que proliferan las vulgares manoletinas esos ayudados son caviar que alimenta el sentimiento. Mató de media estocada y un golpe de descabello para pasear una oreja.

Al final, con la preocupación de conocer detalles sobre el estado de Curro Durán, centelleaban las lentejuelas de los vestidos de torear a la puerta de la enfermería. Era la solidaridad de los actuantes con el compañero herido. Solidaridad que han sabido escribir con letras de oro los hombres que honran al toreo jugándose la vida. Con la seriedad d ella situación preguntaban en ese momento, ya con la tarde vencida y los Carnavales del Toro-2017 comenzaban a ser historia, aunque seguro que a más de uno le hubiera encantado que regresase la vieja tradición de los ‘cenizos’ para saldar la espina en esta plaza.

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                                                                        FICHA DEL FESTEJO

Se lidiaron novillos de Mercedes Pérez-Tabernero, correctos de presentación, desrazados y faltos de clase en conjunto.

Alejandro Marcos: Oreja.

Curro Durán: Herido en la faena de muleta.

Juan Antonio Pérez Pinto: Vuelta al ruedo.

David Salvador: Oreja.

Entrada: Lleno en los ‘tablaos’ en tarde entoldada y fresca.

 

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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