La orquesta del Titanic

La tarde fue tan rara que da la sensación de no tener por dónde cogerla. Porque si uno se fija en las estadísticas ‘orejiles’ pensará que aquello fue el no va más o un acontecimiento histórico. Y desde luego que no fue y sí sobre algún despojo, aunque hubo dos actos memorables de los que permanecen largo tiempo en la retina. Una la enorme faena del Juli al cuarto y el otro el excelente toro –a pesar de llamarse ‘Ingrato’- que salió en quinto lugar y solamente por la ignorancia no fue premiado con la vuelta al ruedo. El resto mucho saldo y demasiado cartón piedra.

Aunque a Del Álamo en su primero lo habían obsequiado con una oreja barata, de esas que llaman caseras, lo cierto es que realmente hasta el cuarto toro allí no había ocurrido nada de interés. Ese cuarto, con nombre marinero de ‘Amarrado’ salió de toriles y pronto asustó cortando el viaje por el pitón derecho, lo que llevó a formar una auténtica capea en banderillas con varias pasadas en balde que dejaron la plaza sembrada de palitroques ante la impotencia del peonaje que fue además varias veces desarmado de los capotes. Ahí nadiea apostaba nada y, con la sensación que se hundía la tarde, El Juli se disfrazó de músico y cual si fuera el director de la orquesta del Titanic comenzó a tocar en medio de ese naufragio para cautivar a todos con la maestría que atesora este torero. Con su prodigiosa y poderosa muleta fue capaz de cambiar el sino de la corrida en esa puesta en escena de su Tauromaquia, buscando siempre bajar la mano en series largas y templadas. Fue una faena de aficionados, de saborear y que coronó con una estocada. Por cierto a su primero, un toro flojo y que fue a menos, lo mató de un volapié, de forma más ortodoxa y pura.

Jugar en casa tiene siempre sus ventajas, también algún inconveniente. Ocurrió con Juan del Álamo que tuvo a la gente a favor de corriente ahora que anda gozalón tras el triunfo de San Isidro y lleva una interesante temporada. Pero a veces para agradar a los suyos uno pone tanto empeñó que la tranquilidad se torna en prisas y el sosiego necesario se olvida para dar paso a la celeridad, con el añadido que además tienes la cabronada que te sale un toro bravo de verdad, de esos que piden el carnet y encima es en casa. Y al charro le pasó, que le habían obsequiado con una orejita en su primero y en segundo lugar salió ‘Ingrato’, al que lanceó con buen aire. Se arrancó de largo al caballo y la plaza fue un clamor ante el bello espectáculo de la bravura. Brindó al público y de nuevo el toro se arrancó con enorme tranco a su muleta, que tuvo enfrente al que hasta ahora es el mejor toro del ciclo. Del Álamo estuvo firme ante aquel torrente de bravas embestidas y le tocó sudar para lograr sus mejores momentos toreando sobre la diestra, mientras se desdibujó al natural. Tuvo la suerte de matar bien –por cierto que bien se está ejecutando la suerte suprema en este ciclo- para pasear dos orejas. Aunque la verdadera pena fue que el toro no tuviera una merecida vuelta al ruedo, porque con muchos menor motivos hemos visto dar premios en La Glorieta. Ojalá cada tarde salgan un par de ellos así. ¡Verán qué pronto se limpia el escalafón! ¡Y cómo volvería la gente a las plazas para vivir la emoción de la bravura!

Sin pena ni gloria pasó Roca Rey en la que fue su presentación en Salamanca. No acabó de verlo en su primero, ni tampoco en el siguiente en dos interminables trasteos. –en el primero le dieron un aviso toreando-. A diferencia de sus compañeros tampoco tuvo ‘material’ idóneo, pero él tampoco tuvo su tarde y eso que esta santona de afición que tiene Salamanca estaba como loca con él y en su primero todo se lo jaleaban con pasión, quizás por eso le brindó los dos toros: “Es que sois tan buenos que lo merecéis todo” –diría el peruano en su adentros-.

La tarde acabó ya entre dos luces, echándose la noche encima y con los horizontes bermellones cuando El Juli y Del Álamo abandonaban el coso por la ‘Puerta del Toro’ en una multitudinaria salida en hombros. Entonces los buenos aficionados –aunque quepan en un ‘minubis’- comentaba que si algo había quedado en el honor de la plaza fue el toro ‘Ingrato’ y la fenomenal faena del madrileño, erigido en el músico que salvó del naufragio para dirigir a la particular orquesta del Titanic.

FICHA DEL FESTEJO

 

Se lidiaron toros de Garcigrande (4º y 5º) y Domingo Hernández (1º, 2º, 3º y 6º), justos de presencia y de juego desigual. Destacó el quinto, muy aplaudido en el arrastre y para el que se pidió la vuelta al ruedo.

El Juli: Ovación con saludos y dos orejas.

Juan del Álamo: Oreja y dos orejas.

Roca Rey: Ovación con saludos tras aviso y palmas.

Entrada: Casi lleno en tarde de nubes y claros.

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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