Berkeley acorralada en su nido de oro y mentiras

El Campo Charro se echó otra vez a la calle para rechazar el gravísimo atropello de las minas de uranio que pretenden destrozar tan bello paraje. Cada jornada que transcurre con la conciencia más clara sobre el atropello que supone esa aberración de Berkeley, la minera sin escrúpulos que ha llegado tirando de chequera. Comprando voluntades a una población que comienza a abrir los ojos para gritar no a esa barbaridad, rodeada de tan turbias maniobras.

Ayer fue en Villavieja de Yeltes –pueblo que recientemente ha nombrado ‘non grata’ a Berkeley- contra la ampliación del proyecto de extracción de uranio conocido como Zona 7, ubicado a escasos metros del casco urbano de esta localidad. A esa Zona 7 donde tienen previsto –¡pero jamás lo harán!- excavar sobre una superficie de treinta y ocho hectáreas y hasta cien metros de profundidad para extraer uranio. Sobre el terremo, el alcalde de Villavieja, Jorge Rodríguez, dio lectura de un manifiesto para dejar claro que luchará por todos los medios legales posibles contra este proyecto y otros similares en la provincia, para lo que pidió el apoyo de todos los habitantes de la zona, alcaldes, concejales y asociaciones, a los que también agradeció el apoyo mostrado hasta este momento, haciendo especial hincapié en el rechazo unánime a la mina.

Para Rodríguez, el mensaje de esta primera convocatoria en Villavieja, que se repetirá cada último sábado de mes hasta lograr parar este tipo de iniciativas, es que: “Esta comarca puede estar envejecida y tiene problemas de paro, falta de servicios y de oportunidades para los jóvenes, pero por encima de todo ni tiene envejecido el corazón ni muerta la dignidad. Nos endureceremos ante la adversidad como lo hicieron nuestros antepasados y seguirán haciéndolo nuestras futuras generaciones. Como el ave fénix resurgiremos de nuestras propias cenizas con la dignidad intacta y el orgullo de quienes saben defender el legado de sus antepasados, una batalla a la que no se planta cara es una batalla perdida, defenderemos con uñas y dientes nuestras tierras, nuestros ríos y hogares para construir sobre ellos un futuro verdaderamente sostenible y poder legar a nuestros descendientes la misma o mejor riqueza que heredamos de nuestros antepasados”.

A su finalización intervinieron representantes de colectivos y personas a titulo individual. Uno de ellos fue el diputado provincial del PSOE y alcalde de Hinojosa, José Francisco Bautista, quien calificó de “burrada increíble, inconcebible, querer hacer aquí una perforación de cien metros de profundidad a escasos cincuenta metros del pueblo. Eso solo se le ocurre a alguien sin cabeza”, por lo que mostró todo su apoyo a Villavieja y a su alcalde, y señaló que “hay que implicar a aquellos que dan las autorizaciones para que digan no a la mina”.

 COLETILLA FINAL: Berkeley en su ignorancia, junto a la verborrea del tal Francisco Bellón -que la representa- ignora el espíritu de los charros, al igual que su orgullo natural. Ignoran que al final despiertan y cuando lo hacen ganan todas las batallas. Ahí está la leyenda de aquel grandioso paisano llamado Julián Sánchez, a quien apodaron ‘El Charro’ y llegó a los libros de historia al frenar el atropello de las tropas napoleónicas doscientos años atrás. Ahora, Berkeley, con sus manos sucias, está logrando que los cojones de los charros vuelvan a brillar para evitar esta tropelía.

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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