Julián Maestro merece una digna retirada

Julián Maestro, aquel Príncipe del Toreo que causó sensación a finales de los 70 y principios de los 80 formando una terna de luto y oro, de grandeza y llanto, junto a Lucío Sandín y El Yiyo está a punto de cortarse la coleta. Pronto llegará octubre y alcanzará el final del camino para colgar en la percha de los recuerdos el traje de luces después de toda una vida. Tan intensa que, siendo un chavalín fue la ilusión novilleril de su época y después de soñar en sus años de matador de toros; sin embargo al no alcanzar la meta de triunfar se convirtió en un brillantísimo torero de plata. Pero entonces los sueños de ir al frente de las cuadrillas seguían vivos y un día, en 2002, decidió volver a ser matador para emprender una incierta aventura en México en busca de su particular El Dorado. Entonces la llama de su ilusión no encontró respuesta y desistió del empeño para volver a actuar de banderillero, algo tan digno, tan torero que le dio un nombre importante entre los peones de brega de esa época. Porque Julián Maestro siempre ha sido torero, con todo lo que ello conlleva bajo el respeto y la dignificación de ese arte.

Desde entonces entrena con la misma ilusión que en los días de su infancia, cuando todo eran sueños de ser figura, lo que ha hecho que hoy mantenga el mismo porte torero de entonces, junto al poso de la veteranía y el añadido de esa amargura íntima de ver cómo la Fiesta, su mundo, ya no es el mismo que él conoció y está roto. Ya no se respeta ni la sagrada liturgia, ni los valores que la engrandecieron. Y mientras, para no prostituirse, ni prostituir a su mundo hace sus pinitos como extra de cine en diferentes series televisivas, un arte que le permite seguir comiendo y donde, además, para bendición de todos, se está descubriendo a un magnífico actor que ‘habla’ con las cámaras con la misma naturalidad y arte que lo hacía delante del toro en sus tiempos de Príncipe del Toreo.

Sin embargo, la realidad de todo es que vive envuelto en la tristeza íntima de no vestirse de torero, de no ve un pitón en el año de su adiós, cuando parece que de golpe han olvidado a quien ha sido un magnífico lidiador, con un capote sobrio y poderoso que ha sido una garantía para tantos matadores al ver las condiciones de los astados. Y además su manera de ver la vida, de sentir el torero y de dignificarla como hace este Julián Maestro que supo beber, ¡nada menos!, de leyendas de los hombres de plata, como El Boni viejo, Joselito de la Cal, Luis Parra… Quien además escuchó tantas veces habar de toros a Marcial, a Domingo Ortega, al Estudiante. A quien se crió a los pechos de Andrés Vázquez, Gregorio Sánchez, Antoñete… y vive con la liturgia del respeto que debe tener quien se viste de torero.

Me descubro ante él por su honradez, por descolgar el terno de luces solamente para dignificar el arte del toreo, las escasas veces que algún matador lo llama para contratarlo. Porque jamás traga con indecorosas proposiciones, pero sobre todo por ser un gran torero y siempre muy tío. No tiene que ser fácil ver pasar su última campaña en activo en casa o irse de extra en el cine, quien atesora tal grandeza y ve, con su mirada inquieta, cómo han destrozado su profesión quienes más deben velar por ella.

Ahora, ya en vísperas de agosto de 2018, queda lejana la leyenda de aquel Maestro que fue un Príncipe del toreo, terna de oro y luto. Terna de grandeza y llanto. Pero nos queda un maestro llamado Maestro, que es un toreo de verdad nacido para dignificar la Fiesta y que merece dictar sus últimas lecciones sobre el ruedo antes de que llegue octubre y se corte la coleta.

 

 

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

5 comentarios en “Julián Maestro merece una digna retirada

  1. Grande el torero, Julián Maestro, y grande el periodista, Paco Calamer. Ambos dignifican sus respectivas profesiones, en un ámbito, el taurino, en el que cada vez abunda menos la verdad. Un respetuoso saludo para ambos.

  2. Merecidisimo reconocimiento a uno de los últimos representantes de aquel toreo de los 70’ y 80s que tantas páginas de gloria dejó escritas

  3. He tenido el placer de conocer a Julián ya dentro de su faceta de figurante de cine-TV , por lo cual la de matador y banderillero la conozco solo por referencias, suyas y de críticos y profesionales del periodismo.
    Solo quiero decir una cosa: si Julián Maestro es y ha sido tan solo la mitad de bueno dentro de los ruedos, como lo es en su dimensión puramente personal y humana, el mundo del toreo quedará huérfano de un excelente profesional. Le deseo lo mejor.

  4. En un arrebato de impotencia en cuestión de minutos aquel día tiraba por la borda millones de sueños, miles de horas de sacrificios, después estuve un mes perdido, sin rumbo, sin ideas, sin ilusiones, ningún motivo por el que luchar, hasta que un día me dedidí por empezar otra etapa en mi vida taurina, ahora lo haría como banderillero, algo que nunca me gustó pero siempre respeté, me esperaban nuevas experiencias, nuevos viajes, otros amigos por conocer, una pendiente alternativa, hasta desembocar otra vez en el principio; «Los pueblos», pero ya sin ser protagonista en el cartel, sin soñar con fincas ni cortijos, ahora tratando de desarrollar una labor lo más eficaz posible e invirtiendo el oficio aprendido para el triunfo de los que tienen los sueños que un día tuvimos tantos y tantos chavales que épocas atrás soñamos con ser figuras del toreo.

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