Arnedo enciende las alarmas


Acaba de finalizar el Zapato de Oro con Juanito de protagonista, quien se ha alzado de triunfador. Por primera vez ha sido un torero portugués –Juanito es nacido en la villa de Monforte, en el alto Alentejo-, noticia de por sí importante por la necesidad existente de que el querido país vecino aporte una nueva figura. Algo necesario como ocurrió en otros tiempos con la leyenda de Manolo dos Santos –que alternó de tú a tú con todos los grandes-, Paco Mendes, Amadeo dos Anjos, Mario Coelho, José Falcón, el gran Víctor Mendes, Rui Bento -hoy prestigioso empresario y apoderado-, José Luis Gonçalves o aquel Pedrito de Portugal que tuvo el toreo en su mano y, entre despistes, se le fue la frescura como el agua de un cesto. Por esa razón ver cómo brota un torero que ha despertado tantísima ilusión en Lusitania es una gran noticia. Y ese tratamiento hay que darle por bien de la Fiesta. Porque Portugal necesita una figura con urgencia y Juanito anda opositando en ello.

                       Juanito, el novillero portugués que atesora tan brillantes condiciones.

Con Juanito alzado al pedestal del protagonismo gracias a ese Zapato de Oro que calzará para siempre en su currículum, hay que entrar en la auténtica realidad que vive ahora mismo Arnedo. Una realidad manifestada en la falta de público y la desolación de ver cada tarde el tendido prácticamente vacío, escena que ha sido la nota habitual del finalizado certamen. Arnedo es un ejemplo y desde hace cuarenta años acartelarse en el zapato era la meta de todos los novillos; después si llegaba el éxito y lograba calzarlo era el no va más, por el prestigio que daba y las puertas que abría. Eran tiempos de la vieja plaza, con los tendidos llenos de un púbico entusiasta y entendido que sabía ver lo mejor de cada novillero. También las condiciones del novillo, porque la comisión de Arnedo, nada más finalizar un ciclo, ya se ponía a trabajar para el siguiente año, viajando al campo para ver camadas y anotar lo más interesante que le pudiera resultar.

En pleno florecimiento del certamen de novilladas denominado El Zapato de Oro, ya entrado el nuevo siglo, se pensó en dar más realce y ahí llegó el gran error. Se intentó buscar una proyección aún mayor para las novilladas y, bajo el ejemplo de Logroño, se proyectó una plaza cubierta, adecuada además para eventos deportivos, musicales y culturales. Se tiraría la vieja, levantada en 1903 y yéndose bajo sus escombros más un siglo de recuerdos con tanta solera para dar paso al llamado Arnedo Arena, que abrió sus puertas en 2010. La vieja plaza, que dijo adiós a un largo legado, hoy se echa de menos, porque si la hubieran adaptado a los nuevos tiempos y mejorado su comodidad se podía haber mantenido, aún con una cubierta semejante a la de Zaragoza –que le permite sin perder su esplendor-, dado que en esos días de octubre ya suele ser habitual el mal tiempo en ese rincón de La Rioja. Pero se optó por un nuevo templo, aún a sabiendas que esas plazas, pensadas para eventos deportivos carecen de torería. Y de esa luz que siempre dio tanta alegría y arte a las tardes de toros.

                      La nueva plaza, realmente un reocnto deportiva, carente de torería

Desde entonces, al bombazo que iba a ser se le mojó la pólvora, con el reflejo de que cada año acude menos público a la plaza. Con sus modernidades la gente seguía echando de menos el viejo coso y su sabor torero, ocurriéndole prácticamente lo mismo que a Logroño. En ambos caso la modernidad dejó escapar a la educación taurina y, por ello, lentamente se vaciaron los tendidos.

Fue un  error convertir en escombros el centanario coso, que albergaba tanta torería.

Ahora Arnedo, además de mantener el esplendor de su Zapato de Oro, tiene ante sí la enorme responsabilidad de recuperar a la afición. De ilusionar y de buscar la clave para que la gente vuelva y se olvide esa triste imagen de los tendidos vacíos de ese nuevo tauródromo al que hay que darle más torería.

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

6 comentarios en “Arnedo enciende las alarmas

  1. Totalmente con lo comentado y escrito Paco Cañamero. Las nuevas plazas de toros aunque mucho más cómodas que las antiguas, son también mucho más frías y no tener el calor ni el sabor taurino, de las antiguas. En cuanto a la falta de público es ya harina de otro costal. Falla primero el producto, el toro o novillo, también el marketing, no venden bien la fiesta en general de los toros, porque el Empresario, no invierte un euro en su difusión y compra de ganado. Seguido los apoderados con sus vehedores, eligen los toros o novillos, que no den problemas a sus toreros que representan o apoderan. Los toreros, se apuntan a las ganaderías y toros, que en muchas tardes, en vez de crear afición e ilusión para volver a los toros, lo que hacen es que haya una desbandada de los tendidos, para marcharnos de vacaciones. Será mi caso para el año que viene. Equipo de veterinarios con su Presidente, que tragan y pasan por todo lo malo que sale por la puerta de chiqueros. Por último el público, muy poco aficionado, que aplaude todo lo habido y por haber, sin exigencias de ningún tipo. Ante este buen panorama, pues lo de la poca asistencia a la plaza de Arnedo, pues amigo Cañamero, está más que justificado. Aparte del precio de las entradas que son bastante altos, para el mal producto y espectáculo, que tarde, tras tarde, estamos viendo. Equivocado o no, con todo mi respeto, desde Navarrete, os envío un abrazo y me despido con el: Larga vida a la fiesta de los toros. Ppr.

  2. Mira Paco todo lo que has escrito me ha encantado sobre Arnedo pero es que además en Arnedo había una serie de personas y amigo Basilio Callaghan León y compañía que sabían y buscaban a gente que habla ese de lo que era el certamen taurino más importante de la nobiliaria española no me puedo olvidar a nuestro amigo Pedro Mari Azofra y a Manolo González que todos los días escribía durante el año muchísimas páginas de Arnedo y de Dieguito Urdiales y compañía pero la ficción no existe no hay jóvenes que le guste el toreo no tiene ningún interés en ir a ver aquello y como además la plaza como tú bien dices es una plaza de círculo de deportes pero no una plaza de toros pues claro eso al final conlleva a que la gente ni le importa ni le interesa el toreo por lo tanto lo que era Arnedo cuando iban a la Carolina a elegir a los chavales que iban a torear en Arnedo eso se ha acabado ahí no hay nada de nada de nada y por lo tanto el torero ha dejado de tener interés para la gente y ya sabes esto cada vez va a peor. Un abrazo, amigo Paco.

  3. Gracias Paco. La Rioja te quiere y yo, más. Sigue así, que nos quedan pocos «referentes» serios e independientes en el periodismo taurino. Te mando un abrazo.

  4. Así es… el cambio a una plaza moderna acaba pasando factura, como prohibir la entrada a menores, entre otras, son medidas que en el medio largo plazo restan fuerza a la afición taurómaca.

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