Llegan las canales

De esa manera llamaban los antiguos a estas estas fechas de la temporada que echan el telón de cierre. Por delante un largo invierno y tiempo de conclusiones sobre una Fiesta que se tambalea a los vientos de la incertidumbre. De una Fiesta que no puede seguir más tiempo en manos de un sistema empresarial caduco y sin ideas. De un sistema dañino y que únicamente se preocupa de sumar en sus cuentas e ignorar/engañar al cliente.

A falta de unos flecos la temporada 2018 ya es historia, con la coronación de Roca Rey como máxima figura del toreo, junto a la feliz eclosión de Emilio de Justo, gran revelación, junto a otros nombres importantísimos y que tanto tiene que decir en los próximos años, casos de Octavio Chacón, de Pepe Moral, de Pablo Aguado… También otros veteranos que han dado tantas llamadas de atención, ejemplo de Rubén Pinar, quien debe volver al circuito de las ferias. Y junto a ellos una baraja de nuevos toreros que merecen una confianza; es el caso de Alejandro Marcos, de enorme torería y capacidad para emocionar; de Damián Castaño, tan injustamente tratado y por derecho propio se ha ganado más y mejores carteles; del zamorano Alberto Durán, tan postergado cuando atesora tan buenas condiciones. Por cierto y al hilo de las sorpresas han sido muchos los amigos y seguidores de esta página que han llamado para preguntar el motivo de no escribir sobre Diego Urdiales y su rotundo éxito en Madrid, convertido en el suceso artístico del año. De Urdiales he escrito siempre mucho y bien, ahí están las hemerotecas, incluso hasta hace unos años se le concedió el premio ‘Excelencia del Toreo’, patrocinado por este portal. En esta ocasión hemos esperado al existir desde esa noche hubo una cascada de elogios; uno que siempre va por libre decidió esperar para escribir sobre quien es el gran reserva de la torería actual.

Solamente espero una cosa de Urdiales, que tantas veces nos ha emocionado, y es que no se vuelva a repetir algo del pasado, que cuando le han llegado momentos de claridad que se le abren las puertas se ha ido con el sistema y al final las cosas no le han funcionado y ha debido volver a casa. Al abrazo de Luis Miguel Villalpando, tan vital para él. Ahora ya sabe lo que hay y dónde está su camino para dejar escrito su nombre con la categoría de un gran maestro. Y también espero que el sistema lo respete y le den su sitio en una veintena de corrida con el gancho merecido de grandioso torero. Sería una pena que ocurriese lo mismo que a Juan Mora tras aquella tarde de octubre de 2010 donde escribió una página histórica sobre el poso de su veteranía para entusiasmar a todos, menos a un sistema que no le dio sitio, ni lo supo respetar, para privar a la afición de un maestro exquisito y a las nuevas generaciones de un espejo para beber en las fuentes de su torería. Ojalá a Urdiales lo respeten.

Porque este sistema empresarial no respeta a nadie y ahí está el espinoso caso de Alejandro Talavante, a quien literalmente han echado. Ojalá se haga esperar y el día que vuelva ponga boca abajo el toreo para ser el duelo de su destino. Y de esa forma se convierta en una pesada cruz para ese clan Matilla que, tras romper con ellos –al exigirle Talavante unos honorario acordes con su categoría y ser el máximo triunfador de San Isidro-, lo retiraron de las ferias de la manera más injusta que existe. También me duele la marcha de Alberto Aguilar, que se merecía más respeto en su último año y ha sido tan maltratado. Y admiro mucho la forma de irse de Juan Bautista, el francés que ha dado una lección de respeto, con mucha elegancia y sin parafernalias. Me descubro ante él y no estaría mal que ese camino lo siguieran otros veteranos que deben pensar en el retiro o descansar. Veteranos que han sido grandes toreros, sí, pero su momento ha llegado y siempre es muy digno saber encontrar la puerta de salida. Todos los grandes en algún momento tuvieron que decir ¡hasta aquí! e ir para casa. Ninguno fue eterno.

Y ahora en tiempos de canales, ya escribiremos sobre esa tremenda lacra del afeitado que este año se ha instalado hasta en las ferias de primera. Eso y el indulto generalizado en el camino de un triunfalismo que es el peor aliado para el prestigio y la grandeza tan necesario en la Fiesta.

 

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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