La bella historia de El Viti y los Miura

Ser figura del toreo exige gestos y gestas. Dar la cara en todas las plazas y compartir carteles con los más importantes toreros para rivalizar por el cetro. Dignificar la Fiesta y engrandecerla; respetar el toro, autentico rey del espectáculo; al igual que la soberanía del público, quien mantiene el espectáculo. Un caso adecuado a lo explicado es el de Santiago Martín ‘El Viti’, quien durante la década de los sesenta y setenta escribiera una gloriosa página aupándolo a uno de los pedestales de la historia.

El maestro, en su andadura, nunca rehuyó de gestas cuando fue necesario hacerlas y ahí está en su memorable página las ocasiones que se enfrentó a las hoy llamadas ‘corridas duras’. De estas fueron siete las que se anunció con el legendario hierro de Miura, una divisa a la que particularmente estuvo tan vinculado el grandioso torero.

La amistad con la familia Miura arranca de una manera muy curiosa. Santiago aún no había tomado la alternativa y conoce en Vitigudino a una monja hermana de don Eduardo Miura que se halla disfrutando unos días en casa de unos amigos. Al joven Santiago le presentan a la religiosa y ambos hablan con afecto hasta que, el todavía novillero, le afirma que algún día, cuando haya tomado la alternativa, se anunciará con toros de Miura.

El Viti, hombre de palabra, de empaque en la calle y en la plaza, era responsable de su promesa. Por esa razón en cuanto tuvo oportunidad y creyó que era el momento hizo la gesta de anunciarse con toros de la divisa verde y grana -excepto en Madrid que luce divisa verde y negra-,

Primero lo hizo en Linares –coincidiendo con una conmemoración de la muerte de Manolete-; después en Madrid, por San Isidro y en los años siguientes en otras cinco plazas, como le dijo que haría a la hermana monja de don Eduardo Miura que conoció en Vitigudino. Enterada la religiosa de la primera vez que se anunciaba Santiago con toros de la casa llama a su hermano:

– Eduardo, mira a ver qué toros le echas a Santiago. Pórtate bien con él que es un chico magnífico y una extraordinaria persona.

De esa forma, gracias a la hermana monja, nace una amistad tan íntima entre Santiago Martín y la familia Miura. Un hecho de ello es que cada vez que El Viti toreaba en Sevilla, por la mañana acudía don Eduardo para saludarlo al hotel y tomar un café juntos. Era una distinción especial del veterano ganadero que, con anterioridad, únicamente había hecho con Pepe Luis Vázquez.

           ——– Corridas de Miura lidiadas por El Viti——–

– Linares, 30 de agosto de 1964. Curro Girón, El Viti –dos oreja y rabo- y Andrés Hernando.

– Madrid, 25 de mayo de 1965. Curro Girón, El Viti –dos orejas- y Andrés Vázquez.

– Granada, 10 de junio de 1966. Fermín Murillo, El Viti –dos orejas- y Manuel Amador.

– Quito, 4 de diciembre de 1967. Dámaso Gómez, El Viti –oreja- y Andrés Vázquez.

– Burgos, 2 de julio de 1969. El Viti, José Fuentes y Ángel Teruel.

– Pamplona, 10 de julio de 1971. El Viti, Andrés Vázquez y José Falcón.

– Valencia, 1 agosto de 1971. El Viti, -oreja y dos orejas-, Andrés Vázquez y Curro Rivera.

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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