Chuchi Coriano: Una pérdida más…

ARTÍCULO ESCRITO POR ANTONIO RISUEÑO

En la muerte de Jesús Pérez Escudero, ganadero de bravo

Lo estoy viendo en su partida a la eternidad: paso firme, figura erguida y fibrosa, mirada al frente, semblante relajado, palabra templada y ocurrente, y ademanes valientes, ante lo incierto de la situación. Ese es Chuchi en esencia.  Una esencia que permanece para siempre a pesar de que el cáncer, que todavía mata, se lo ha llevado a la, aun temprana edad, de 71 años.

Descendiente por parte de madre de la popular familia Escudero de Galapagar, siempre vinculados al ganado bravo en el encaste Albaserrada; y primo hermano de Adolfo Martín.  Chuchi nació en Moraleja de la que nunca se fue. Sin embargo, la cercana Coria le ganó el Corazón para siempre: todavía es recordado como histórico  portero de su equipo de Futbol, allí formó su familia y asentó su casa. Por eso  lo empezaron a llamar “el Coriano” siendo de Moraleja y con el Coriano se quedó. Su vida no entra en molde alguno, la originalidad de su persona le daba alas continuamente para volar siempre a cualquier aire. 

Su vinculación al campo marcó constantemente su vida y la desarrolló en mil ocupaciones y facetas, pero la afición al toro corrió por sus venas de forma irremediable. De ahí que le comprara las Rabosas de Coquilla al mirobrigense Manuel García Ratero, el popular Manolo Carretas, otra vida de novela. Con esos mimbres, y con otros que dicen que le añadió, consiguió muchas veces hacer el cesto que él quería: toros fieros con la nobleza necesaria para que hubiera más emoción y verdad ante todo, haciendo de los festejos populares el campo donde sus toros alcanzaron gloria y triunfo. Aún perduran en la memoria de los vecinos de Coria y de tantos aficionados, los nombres épicos de  Astronauta y Argentino ambos dejaron tras de si una infinita leyenda en los encierros de Coria, como tantos hermanos suyos que acapararon un sinfín de premios y reconocimientos a lo largo de tantos años, no sólo en Extremadura, sino también en la comunidad Valenciana.

Fue, mayormente, la ganadería brava la que hizo que Chuchi saliera de su rincón del norte de Extremadura buscando acomodo para sus ganados. Muchos años fue rentero de Gavilán, en Tenebrón, comarca de Ciudad Rodrigo; llegando a arrendar Fuenteroble a ese otro personaje novelesco,  recientemente desaparecido Juan Carlos Martín Aparicio. Esas fincas y tantas otras fueron testigo mudo de la capacidad de este hombre a la hora de embarcar toros, herrar camadas y hacer saneamientos. Una brega campera  marcada a menudo por la escasez de infraestructuras en fincas arrendadas , pero ayudada también por su condición de gran caballista. Pasión que le sirvió de sombra a  sus hijos,  tanto en las tareas camperas como a la hora de organizar festejos taurinos de todo tipo en la alta Extremadura.

El mero flash de su presencia física hacían de él, alguien carismático. Tenía la capacidad de llegar a las personas con gran facilidad. Bastaba estar con él, en un encierro en Moraleja o Coria para ver que todo el mundo tenía algo que decirle, de forma amistosa y confiada:

“Chuchi: buen toro has echado esta mañana”

– “Pues si ha sido  bueno, el que quiera que lo mejore”

Tampoco faltaba quien le decía:

 -“Chuchi que el toro de esta tarde ha sido poco bravo…”

-“ Ya veras como va a ser el de la madrugá, ese se come el mundo”

Dejaba a la gente conforme de cualquier manera con su forma de expresase y dirigirse a las personas. Tenia expresión de amistad para con sus amigos entrañables, recuerdo ahora a Honorio , como con los que no lo eran tanto. Nunca y ahora tampoco Chuchi pasó desapercibido. Por eso le deseo buen descanso y que su huella nunca se borre.

 Descanse en Paz.

Fdo: ANTONIO RISUEÑO

 

 

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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