Taller Las Cantinas, un ejemplo contra la España Vaciada

Hartos de la llamada España Vaciada, de la despoblación rural, del envejecimiento de nuestros pueblos y la negatividad sobre el futuro de esta Castilla agónica, con tantos negocios bajando definitivamente la trapa del cierre y otro montón esperando el momento de la jubilación para bajarla al carecer de manos jóvenes que se hagan cargo, brindo por una familia ejemplar. Por los dueños del taller mecánico Las Cantinas y la concesión oficial Seat, con establecimientos en La Fuente de San Esteban y en Ciudad Rodrigo.

Brindo por ellos, porque con su excelente trabajo demuestran que hay vida en la España Vaciada y cuando llega gente trabajadora, con capacidad y sentido emprendedor el futuro es halagüeño, además de ser un ejemplo para la sociedad. Y la mejor prueba es ver cómo esta empresa familiar suma infinidad de distinciones para convertirse en un ejemplo y también en un escaparate para la propia Seat, que de sus cientos de concesionarios repartidos a lo largo y ancho de Europa, por ¡quinto año consecutivo! los ha distinguido como mejor taller oficial de la red española Seat. Y no es nuevo, porque ese hecho se repite y para poder alcanzar tan prestigioso galardón, que lleva el nombre de SEATISFACTION se valora la satisfacción de los clientes, la calidad de las reparaciones, la formación del personal y el cumplimiento de objetivos y estándares de la marca automovilística.

Detrás de estos premios está la historia personal de Casimiro Pérez, un mecánico mirobrigense que llegó a La Fuente de San Esteban a mediados de la pasada década de los 80, año arriba o año abajo. Vino para trabajar en el taller y concesionario de Seat existente entonces y que regentaba Serafín Fiz, donde pronto se ganó al personal por el trato agradable del que hacia gala, servicial, además de ser un magnífico profesional. Fueron unos años los que permaneció en esa casa, hasta que una década más tarde e estableció por su cuenta y como no podía ser de otra forma enseguida empezó a contar con una fiel clientela que aumentaba cada día, gracias a la confianza que ofrecía, el esmerado trato y sus manos de oro para poner a punto cualquier motor. Pronto la Seat confío en él y le ofreció una representación donde Casimiro, ya con sus hijos Juan y Eduardo en el negocio. Desde entonces siguió creciendo además de poner en marcha nuevas instalaciones para estar a altura de la confianza que habían depositado en él los directivos de la automovilística barcelonesa. Y cada año vendían más vehículos con un exquisito trato al cliente, por lo que cada vez más gente se acercaba a ellos, viviendo una continúa época de expansión y también pronto se sumó Rosa, la pequeña de la familia, quien junto a sus hermanos y padres forma parte de una familia ejemplar en el trato, en la relación humana, en la seriedad depositada en el trabajo, para formar su particular estandarte y ganarse a todos.

Ahora con este nuevo galardón en sus estanterías, que es una especie de Champion para su gremio, hay que descubrirse ante esta familia que es un ejemplo y más en estos días de tanto pesimismo para el mundo rural. Hay que mirarse en su espejo, porque gente de su trayectoria mata los fantasmas que se ciernen sobre el futuro de los pueblos al demostrar que con un buen trabajo, seriedad y confianza en el cliente, junto al espíritu emprendedor se llega tan lejos. Y aquí están ellos convertidos en el modelo y siendo un orgullo del Campo Charro desde que, con su prestigio, han colocado una encina en la Seat.

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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