¿Quién se acuerda de los novilleros?

La  bola del mundo de los toros sigue girando a su aire y sin que nadie lime tantas asperezas como alberga. ¡Qué fuerza tiene la Tauromaquia para aguantar tantos vaivenes y continuar tan viva! Ahora, con la ¡temporada española ya en marcha existen esquirlas que traerán pesadillas aunque las elites del toreo sigan empeñadas en echar balones. Y en buscar culpables de los males del toreo a los movimientos antitaurinos o a políticos que se han alzado al Gobierno de Madrid, ambos convertidos hoy en un filón para el ‘sistema’. Fruto de ello es que los intereses de quienes gobiernan la Tauromaquia son los primeros en no querer cambiar y dejar las cosas como están, porque el ‘sistema’ no busca más que la inmediata rentabilidad, aunque la Fiesta no deje de tener fisuras.

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En medio de su particular lodazal hay dolorosas realidades que nadie arregla y enfangan las aguas, hacen mucho daño y no les interesa que la opinión pública conozca la realidad de lo que ocurre. Es el caso de la penosa situación que vive actualmente el mundo de las novilladas, desprotegida por todos los estamentos del sistema. El momento es tan deplorable que se ha convertido en una inmensa criba llena de agujeros de injusticias e ingratitud hacia esos muchachos que se abren paso y nadie les presta la atención necesaria.

En todas las actividades se cuidó la cantera sabedores que en ella estaba el futuro y se mimó, se le enseñó el mejor camino y se regó el tallo de su ilusión para ver florecer el día de mañana. En todas menos en el toreo donde los chavales viven un calvarios más allá de la falta de oportunidades –vergonzoso que numerosos ciclos feriales no programen novillada- y tengan que soportan los cuantiosos gastos que acarrean, sin tener más ayuda que la aportada por la familia o algún padrino al no poder montar novilladas porque los inmensos gastos de burocracia, subalternos, veterinarios, impuestos….

Pero hay demasiados puntos tan oscuros que deberían dar vergüenza y resulta inexplicable que los distintos colectivos, entre ellos la Fundación del Toro de Lidia permanezcan con los brazos cruzados ante una tropelía. Uno de ellos es el ocurrido en las novilladas televisadas con el pastel repartiéndose para todo el mundo excepto para los novilleros, los protagonistas del festejo. Da igual la importancia del ciclo que los novilleros no reciben nada. Ahí, de nuevo, se llevan las gran tajada los picadores y banderilleros –actualmente los únicos que sacan beneficio en los festejos menores-, mientras que a los novilleros además de no tener incentivo alguno encima en la mayoría de los casos liquidación no cubren gastos. Entre otras la plaza madrileña de Las Ventas  les cuesta dinero a los muchachos, porque le pagaban solamente los mínimos y en Madrid con eso se pierde y si el chico es de provincias deben arrimar cuatrocientos o quinientos euros para cubrir el gasto de torear en La Monumental. Eso para que tener una idea de cómo está el mundo de los novilleros, cuando en cualquier época pasada en Madrid les quedaba un dinero limpio que iba a su bolsillo. Desde la vieja empresa de Madrid –Stuick, Jardón, Juanito Martínez-, más tarde Manolo Chopera, luego los Lozano o primeros años de Taurodelta. Y digo primeros, porque en los últimos fue un abuso donde encima debían aguantar las malas caras de aquel José Luis Blanco que llegó a última hora al toreo para hacer el papel de poli malo y protagonizar una labor de nefasto recuerdo.

Mientras tanto el mundo de las novilladas sigue atascado en el peor momento de su historia. Y eso es muy grave para una arte como la Tauromaquia y su futuro, del que no dejan de sangrar su mañana.

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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