¿Ruina? No, lo siguiente

A la Fiesta le ha llegado el forzado parón por el Covib-19 en su peor momento desde la Guerra Civil. Un parón que trae consecuencias nefastas y dejará un antes y un después en el espectáculo taurino. Ahora, cuando se pedía un cambio total en sus propias estructuras económicas y de organización en una época que recibía tantos palos y, además, era víctima del movimiento animalista reinante, con las aguas tan revueltas, se ve azotada por esta lacra.

Castellón, Valencia, Arles, Sevilla… y un montón de festejos sueltos han sido cancelados y, con seguridad, esta semana entrante, se anunciará la no celebración de la Feria de San Isidro. Más adelante, durante el mes de junio aún todo son hipótesis y nada es capaz de poder aseverar nada sobre la celebración de esos ciclos que giran alrededor de Corpus, San Pedro, San Juan… Siendo optimistas, la gran mayoría de los profesionales están llegando a la conclusión que la temporada no comenzará antes de San Fermín, en Pamplona.

Y a partir de entonces, lo cierto es que el planteamiento ha de ser otro que el tradicional y ya parece que empiezan a tomarse las primeras medidas. Valencia reforzará la Feria de San Jaime, la de Julio que llaman sus gentes y antiguamente, hasta la pasada década de los 60 gozó de tanta solera al ser el gran ciclo ferial de la capital levantina, muy por encima de Fallas. Ahora, la idea de Simón Casas es reforzarla con ocho días de toros, donde incluye dos fines de semana. La que se pierde es la vecina de Castellón, aunque puede celebrar algún festejo extraordinario. Sevilla, por su parte, también reforzará San Miguel, aunque con cautela según ha indicado el empresario, Ramón Valencia, y siempre que por esas fechas el Ayuntamiento decida celebrar la feria. Madrid también buscará un gran Otoño enlazando dos fines de semana y además potenciará la tradicional corrida de la Virgen de la Paloma, que este año cae en sábado con otros festejos el viernes y el domingo. Además es otro buen momento para volver a dinamizar la temporada, como hizo en su momento Manolo Chopera, que en los domingos de julio y a 40 grados puso varias veces el no hay billetes.

Después, una vez que la mini temporada eche a andar va a ser muy distinto en estructuras y condicionará por la gran crisis económica que dejará el coronavirus con codazos por entrar en los carteles, al existir más aspirantes que puestos y lo que si está claro que el dinero de las grandes figuras (que en estos últimos años se han llevado fortunas) va a quedar muy reducido.

De momentos, la caótica situación deja a tres grandes empresas contra las cuerdas: A la Casa Matilla, a Simón Casas y Ramón Valencia, junto a ellos varios sucedáneos. Por un lado la Casa Matilla, con varios de los toreros más importantes apoderados por ella, en los últimos años ha debido hacer  ingeniera financiera para poder salir adelante y ahora mismo está en la difícil coyuntura de tener que devolver los 400.000 euros del abono de Castellón, una vez pagado el canon y verse en una comprometida situación al haber efectuado parte de ese dinero en solventar otras liquidaciones. En semejante situación se encuentra Simón Casas, quien lleva tiempo diciendo que se encuentra en la ruina y ahora, además sin San Isidro y posiblemente también cancelado el ciclo de Pentecostés en Nîmes –donde está anunciado José Tomás- lo deja con todas las alertas rojas están encendidas. Y otra difícil situación es la de Ramón Valencia tras la enorme perdida que supone para su empresa la clausura de la Feria de Abril en su calendario habitual y no poder abrir la plaza hasta septiembre.

Y si esos tres grandes están en el fango no podemos olvidar otro gran perjudicado como es el mundo ganadero. De momento, con la enorme reducción de esta temporada hará que, a final de año, otros criadores ya desistan de su lucha por el toro bravo y encaminen sus pasos a la rentabilidad del porcino o el ganado de carne. Porque para el campo la situación, ahora mismo, es insostenible. Al igual que para muchos toreros emergentes que se veían anunciado en las primeras ferias y han invertido al ser sabedores del dinero que iban a ganar; ellos también sufren esta crisis, además de ser conscientes de tener delante un futuro muy preocupante. Y junto a ellos el alto número de profesionales que se ven sin poder ejercer su trabajo y quedar sin ingresos, donde muchos tendrán que buscar otro trabajo para alternarlo con el banderillero, picador, mozo de espadas.

Es la actual situación, gravísima, que vive el mundo del toro. Y lo peor es que para cuando se reanude la temporada, allá en el verano todo son interrogantes. Aunque sí está claro que el dinero de las figuras va a ser muy distintos al de estos años. Ahora la tajada es mucho menor. Porque la situación no es de ruina en el sector, es lo siguiente.

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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