El empresario Martín García vive estas fechas con el orgullo que supone ser pregonero del Corpus de La Fuente de San Esteban, su pueblo, que es el mayor reconocimiento a una persona en su raíz. Porque es algo que se vive con tanta emoción como la de un soldado cuando regresa vencedor del campo de batalla y le llenan la guerrera de condecoraciones. Y más aún cuando vienes de vuelta de triunfar en los negocios por todo el mundo. Y de ser un ejemplo.
Pero Martín siempre hizo gala de ser un hombre discreto y un magnífico contertulio al que le gusta escuchar. Siempre abrazado a la prudencia natural, cuando sus infinitos compromisos se lo permiten regresa a sus orígenes para volver a disfrutar al lado de esos amigos con los que compartió sueños e ilusiones. Al lado de sus familiares paseando en las mismas calles por donde corrió de niño y ya se empezaba a descubrir su talento natural como la capacidad para aprender. Era Martín, el hijo del señor Martín el carnicero y la señora Pilar, quien desde chaval destacó como emprendedor y también como empleado de banca hasta que un día de principios de los 60, cuando la gente emigraba a la próspera Europa, a las fábricas de Cataluña y del País Vasco, él lo hizo a Canarias, a las mismas entrañas de Tenerife, en los días que aún no había llegado el boom del turismo y las islas no era el sitio en el que se fijaban los inversores.
Enseguida Martín supo que aquella era la perfecta besana para sembrar la semilla de sus proyectos. Cuando descubrió que esas tierras chicharreras, tan distintas a su querida Salamanca, eran las ideales para poner en marcha sus ideas. Y su principal firma, la cárnica ‘Montesano’, que elabora en la fábrica de La Esperanza, creció tanto hasta convertirse en un referente del sector. En la marca más familiar en las siete islas y más allá. Como en la época que patrocinó al Tenerife coincidente con los mejores años del conjunto canario, del que el mismo Martín fue vicepresidente y no ostentó la presidencia porque no quiso, al no disponer de tiempo. Después el grupo ‘Montesano’ ya consagrado como una de la principales firmas del archipiélago –junto a las ramificaciones en otras actividades- desembarca en la Península con la gran fábrica de Jerez de los Caballeros y el sello de ‘Montesano Extremadura’, un símbolo de distinción en el sector ibérico que ha abierto mercados por medio mundo y es hasta una particular embajada de esa tierra de conquistadores.
Y al timón de todo el conglomerado sigue Martín, junto a sus hijos, cuando ya ha caminado por numerosas sendas y sus estanterías están repletas de galardones y máximos reconocimientos a su brillantísima trayectoria. Con la batuta en su mano y una inmensa plantilla de trabajadores orgullosos de su patrón. Pendiente de continuar creciendo y cada mañana haciendo realidad otra ilusión. Sin parar nunca y viviendo muchas horas en los aviones. Hoy en Barcelona, mañana en Nueva York para regresar a sus casa de Tenerife y después viajar a algún país asiático en los que su firma goza del mayor de los reconocimientos. Pero siempre con un halo de amor a su raíz charra de La Fuente de San Esteban.
En ese pueblo en el que para los mayores sigue siendo Martín ‘el del señor Martín’ y para los más jóvenes Martín ‘el de Canarias’ y ahora llega para pregonar las fiestas del Corpus. Que es la mayor distinción que puede tener alguien con la raíz de su tierra, la que se vive con el mismo orgullo que siente un soldado cuando regresa vencedor del campo de batalla y le llenan la guerrera de condecoraciones.
A la atencion de Paco Cañamero,
Buenos dias Paco, me gustaria tener tu correo o wasapp, y para comunicarnos .
y agradecerte los detalles que conmigo has teneido
Un fuerte abrazo