Hay otra Fiesta que mucha gente no conoce. Ni a la que asoma el clavel de las tarde de postín, ni le interesa a los grandes medios, ni tan siquiera el ‘sistema’ sabe casi existe. Se trata de la que está herrada con el fuego de la dureza y de la sangre. La de hombres que se aferran a la profesión y tratan de vivir allá donde el toreo siembra una semilla que debe brotar en la cosecha de nuevos aficionados. La que se celebra en pueblos perdidos. Aquella a la que solo van unos cuantos supervivientes que jamás quieren dejar de ser toreros, aunque son conscientes que los oropeles y la gloria ya nunca serán acariciados por sus manos. Esa Fiesta de la que decía El Gallo que “donde no hay tranvía no se puede ‘atorear”.
Es otra Fiesta que cuando asoma a los medios lo hace en las páginas de sucesos, casi siempre para dar fe de algún ‘tabacazo’. Porque los triunfos aquí ya no cuentan y al final lo que más interesa es sumar un nuevo boletín que ayude a tener más garantías en un mañana que ya está ahí. Es la que el sábado aupó a un protagonismo que nunca quiso a Nacho Moro, un modesto peón charro que apura sus días en el toro y resulto herido de gravedad por un toro del Puerto de San Lorenzo en la localidad de San Esteban de la Sierra. San Esteban, como todos los pueblos de la sierra celebraba sus festejos mayores en honor al Cristo y, como en toda esa comarca, programa un espectáculo en el que lidian toros cornalones y con kilos, que es lo que buscan las comisiones, obviando la inadecuado de los provisiones cosos taurinos.
Nacho Moro junto a José Luis Barrero (hijo), Adolfo Lafuente y Tomás Pallín, en una tarde de toros en Salamanca.
Y a ellos acuden toreros modestos y también cuadrillas modestas de hombres que están tachados en las agendas de los grandes toreros. En esta ocasión se acarteló a Salvador Ruano para un festejo que debió celebrarse el martes 15, pero ante la intensa lluvia fue aplazado para el sábado. Y esa tarde, en medio de un luminoso y agradable día, se celebró el festejo. Pero no fue uno más, porque a la salida de un par el toro se llevó por delante al banderillero Nacho Moro arrojándolo contra las talanqueras de las que salió con un corralón del que se recupera en el Hospital Clínico de Salamanca.
Allí Nacho, en la soledad de la habitación y en el lecho del dolor, seguro que recuerda cuando llegó al toreo ya talludo. O la tarde que tomó la alternativa en Salamanca y poco antes se había presentado en Madrid donde toreó tan bien a un novillo de Sorando que el maestro Manolo Escudero dijo: “Ese medio calvo es el que el mejor ha toreado todo el verano en Madrid”.
Después, Nacho Moro, falto de oportunidades y desilusionado de muchas cosas se hizo banderillero. Y ahí ha venido ‘laborando’ en las dos últimas décadas. Casi siempre en los festejos programados por la Escuela de Tauromaquia y también en otros muchos modestos. Como el del sábado de San Esteban de la Sierra, en el que cayó herido de gravedad cuando ya apura su carrera. Cuando están tan lejos los oropeles y la gloria. Porque cayó herido donde se celebra la ‘otra’ Fiesta, la que no vende y que es está herrada con el fuego de la sangre y la dureza.
’Plaza’ en la que Nacho Moro sufrió la grave cornada. Júzguen por ustedes mismos.
Un buen muchacho que merece mejor suerte. Ánimo Nacho.
Curate pronto, Nacho.
¡Cuánta verdad en esta historia!
Como en la de muchos otros que se quedaron en el camino, bien me dice mi papá Roberto Torres, que fue, es, y será siempre torero aunque no haya llegado a figurar!!! «Que muchos son los llamados y pocos los escogidos»
Pero la fiesta sigue y con ella no solo el oropel sino también el esfuerzo (no siempre reconocido) de que hay, quienes la llevan a cabo con respeto, valor, entrega, pundonor, sentimiento y sobre todo y ante todo VERDAD!!!
¡¡¡Aunque hay algo que no se debe dejar de lado jamás!!!
¡¡¡La buena y oportuna atención medica y las condiciones necesarias para realizar un festejo taurino en cualquier plaza del mundo!!!
Magui Mendoza.
México.
Espero la publiquen y si es posible me contacten en mi correo y en twitter @ Maguitaurina.
A sus órdenes:
Magui Mendoza.