Las emociones no se cuentan por orejas. Porque el toreo son letras, no números, por más que el actual sistema lo quiera convertir en matemáticas, que siempre están en las antípodas del arte. Y como en el toreo se busca sentir emociones, en la novillada son caballos que abría la miniferia de Tamames la gente salió asombrada bajo el impacto del toreo grande de David Salvador, un novillero en ciernes que, en sus primeros pasos, tiene el don de emocionar con la magia de su arte.
Fue una tarde regusto y con el excelente ambiente que siempre rodea a la programación taurina de Tamames, imán de muchos aficionados llegados de toda la provincia al gancho de sus atractivos carteles y que en esta ocasión se divirtieron desde el principio al final en un festejo que fue a más, para rematar con la brisa de la solemnidad.
Abría tarde un mozo rejoneador acartelado como Víctor Herrero llegado desde tierras de El Bodón y que era la segunda vez que toreaba en un festejo público. Por eso fue más agradable verlo bajo la seguridad con la que iba al novillo de Santiago López Chaves, la eficacia a la hora del embroque y su magnífica monta, toda ella con mucha pureza y clara influencia portuguesa. No lo olviden cuando lo vean anunciado vayan a verlo que no les defraudará, además de ser el único torero a caballo en activo que hay en Salamanca.
Los novillos de a pié también eran de Santiago López Chaves, con dos de ellos magníficos, los lidiados en cuarto y, sobre todo, el quinto, que dieron un gran juego. Y frente a ello gustó mucho el toreo de capote de Antonio Grande, del vecino pueblo de San Muñoz, porque maneja el percal con mucha elegancia y aires de solemnidad, que es donde está su fuerte. También toreó con buen aire a sus novillos.
Pero el acontecimiento lo puso, esta tarde, David Salvador, un novillero que delante de la cara del toro se transforma para mostrar una enorme dimensión desde que se abre de capa. Es un novillero que viene pidiendo titulares y tiene su grandeza está en el muleta, ahí surge una interpretación con mucho sabor, para paladear los más exquisitos paladares del buen toreo, como sus naturales tan largos que parecen interminables; o su toreo sobre la diestra cincelado en la elegancia y con tanto sabor añejo.
Le faltó redondear al que cerró plaza, frente al que estuvo sensacional y al que le tenía cortado el rabo, pero falló con espada y el premio quedó en las sensaciones. Que las sensaciones es el alimento de los buenos aficionados. Lo que salían de la plaza de Tamames toreando de salón gracias al donaire de un muchacho que se cuece a fuego lento en la olla del toreo y se llama David Salvador.
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Nunca había visto torear a ese chico, ni tan siquiera lo conocia, pero tiene algo dentro que te engancha y torea con mucho arte. Deseare no me perderé cada vez que toree porque tiene mucho futuro y nos hacen faltan toreros de buenos como el.
solo le digo a David que no se deje mangonear ni que le hagan peñas