Unas semanas de asueto en la que hemos vivido el acontecimiento de peregrinar a Santiago por el viejo camino francés –algo que recomiendo a todos los amigos- nos devuelven a la realidad. Sin vuelta atrás han sido días de desconectar y de alejarse del mundo cotidiano para vivir con pasión y gozo los pasos del encuentro con el apóstol Santiago a través de las sendas y caminos que regala esa tierra llamada Galicia que es digna de todos los parabienes.
Y tras esos momentos para enmarcar otra vez recibimos en el rostro los aires de la realidad. Ahora, con toda la temporada de 2016 en blanco y por escribir, son tiempos de no descuidarse para agarrarse con firmeza al timón para evitar tantos vaivenes en las curvas que llegarán en el año taurino. Porque lo que ocurra en los próximos meses va a ser fundamental para el desarrollo futuro de la Fiesta, razón por la que no se trata de un año al uso. No, será uno en el que todos debían remar por primera vez en la misma dirección. Pero sin embargo, con los antecedentes y los intereses de los propios profesionales, visto lo visto todo lo ocurrido en 2015 cuando le daban palos desde todas las direcciones-, a uno le gustaría ser optimista y pensar en positivo, pero mucho me temo que volverá a imponerse el interés de uso pocos –sistema y figuras– por encima de toda la grandeza que encierra la Tauromaquia. Y de nuevo el aficionado será el gran perjudicado.
Ahora, en otro intento de aunar fuerzas, ha surgido la Fundación Toro de Lidia y en días de tanta exclamación ante su puesta de largo permítanme que tenga mis dudas. Entre sus integrantes veo a muchos de los que en otros tiempos se sentaron a las sillas de la fracasada CAP, de la Mesa del Toro o de los diferentes estamentos que nunca acabaron de darle a la Tauromaquia su verdadera dimensión. O a gente que no ha hecho nada de lo que hay que hacer para devolver la emoción al toreo.
No lo olviden el problema de la Fiesta es la falta de casta y por tanto de la mencionada emoción. Si un aficionado que se sienta en un tendido vive con la sensación que todo lo que ve en el ruedo lo puede hacer él mal camino se lleva, al ser el toreo un arte en el que el peligro –si, el peligro- tiene que estar presente. Porque si hay casta la tarde de toros se vive con pasión y además, con la casta, se limpia el escalafón y muchas de las llamadas figuras hace años que se hubiera cortado la coleta. Pero claro con el toro que han ‘fabricado’ no se va a nadie y continúan haciendo caja aún a cuentas de tener tan envejecido a un grupo de toreros de ferias.
Son puntualizaciones y pequeños detalles ante un 2016 decisivo en el que ha llegado el momento de alzar velas y olvidar las lamentaciones, porque no debemos olvidar que los atropellos de los oportunistas e indignos políticos llegan por nefastas gestiones de los taurinos. Porque si hay casta y emoción sobre las arenas, entonces la gente vibra y en ese instante el toreo encierra tanta grandeza que nadie es capaz de echarle la zancadilla desde la demagogia de un despacho.
Una de las prohibiciones que debia de hacer el reglamento taurino de todas las comunidades .seria el afeitado de las corridas de toros.de esa manera volveria la emocion a este mundo manejado por quien quita y pone a su antojo y engaña al aficionado .menos criterios y mas sinceridad ,eso es de lo que carece la tauromaquia.que cada uno sepa estar en su sitio .suerte para todos en 2016 .