Aquel ’14’ que nos enamoró

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Llegaba el Barcelona al Helmántico y la olla futbolística charra cocía el mejor caldo en medio de esos encuentros en los que mayoría de las ocasiones el pez chico se comía al grande y la victoria quedaba en casa. Entonces ganarle al todopoderoso Barcelona de Cruyff, Neeskens, Rexach, Asensi… era una fiesta para esta parroquia blanquinegra que, desde el primer año en la máxima categoría, supo coger la medida a las estrellas blaugranas. De aquella primera vez que, siendo un niño, vi jugar en directo a Cruyff ya quedó para siempre la admiración a un ídolo que enamoraba con su talento.

Aquel Cruyff, que vi por primera vez, intentó hacer sus diabluras por el césped del Helmántico, pero enfrente tuvo a un Enrique que lo secó en gran medida para imposibilitar que hiciera el partido que soñaban sus admiradores y, desde luego, hubiera hundido las ilusiones de la UDS de García Traid. Era la época que su llegada transformó al Barcelona y lentamente cambiaba el chip de ese equipo con la maravilla de un juego que únicamente hasta ese momento habían alcanzado Di Estefano, Pelé y Eusebio. Porque Johan Cruyff admiraba el mundo desde el Ajax de la ‘naranja mecánica’ en el que asombró con el ‘14’ a la espalda hasta desembarcar más tarde en el Barcelona y todo el eje del deporte rey giró a su alrededor durante más de una década. Hasta que el fútbol parió otro nuevo rey que se llamó Diego Armando Maradona, mucho antes de que la leyenda de Messi volviera a eclipsar al mundo desde el Camp Nou, tras beber de las fuentes del maestro Cruyff. De ese Cruyff que un día ya con la botas colgadas regresa al Barcelona para crear el ‘Dreen Tem’ y transformar completamente la filosofía del equipo.

Por eso en este Jueves Santo en el que recibo la triste noticia es un mazazo ver que ha muerto quien fue el rey de los futbolistas. El más grande su época, el que transformó al Barcelona para convertirlo en esa caja de los sueños de la que han bebido las generaciones siguientes. En el ídolo de varias generaciones que fue aclamado por tanta felicidad como nos regaló a los amantes del fútbol. Porque Cruyff buscó  la belleza, la elegancia, el saber y la clase. En definitiva la distinción de quien ha sido un genio que quedará inmortalizado para la historia. Del mismo que un día de ni niñez ya me enamoró para siempre por la genialidad de sus diabluras sobre el césped del Helmántico.

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Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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