Llovía a mares sobre Madrid y con buen criterio las partes implicadas suspendieron la correspondiente corrida de San Isidro. No es nuevo, ni lo será, que un festejo dependa de las inclemencias del tiempo, porque incluso hasta en la cartelera siempre se anunciaba ‘si el tiempo no lo impide’.
La historia de la feria del Santo Patrón madrileño está protagonizada por numerosas suspensiones que traen las tardes pasadas por agua, lo que es un revés para las ternas de toreros necesitados. Como la de esta tarde en la que Eugenio de Mora, Juan Bautista y el Payo necesitan triunfar. Bautista para refrendar su interesante faena del domingo, mientras que Eugenio de Mora y El Payo para sumar nuevos contratos, porque esa única actuación contratada en San Isidro era fundamental para el inmediato futuro de ambos. Por eso es de suponer que la empresa los tendrá en cuenta para una corrida de junio. Lo merecen y además los tres son muy buenos toreros y interés para el aficionado (para los pocos que van quedando).
Pero también he visto ocasiones en las que, contra viento y marea, han tirado para adelante. Una semejante a la ayer en la feria de 1994 en la que Curro Vázquez decía adiós a Madrid en tarde marcada por el diluvio. Sus compañeros, sobre todo Paco Ojeda, pretendieron suspenderla e incluso un peón, El Jaro, sacó su alma de viejo sindicalista para decir “los banderilleros no nos podemos jugar la vida así por 70.000 pesetas”. Pero ‘el rubio de Linares’, que era director de lidia tiró para adelante bajo su responsabilidad y, bajo el diluvio, cuajó en Madrid un Valdefresno de lujo. Curro ralentizó el toreo en un trasteo marcado por el empaque y su gusto, con remates torerísimos y un toreo que subió a los cielos artísticos esa feria en la que fue, junto a Julio Aparicio y su histórica faena a ‘Mañego’ de Alcurrucén, fue el protagonista total.
Más allá en el tiempo, en la edición de 1988, se registró una polémica suspensión en corrida de postín con Manzanares, Robles y Domínguez, quienes estaban anunciados con un encierro de Benavides. Fue el año que Manili salió de Madrid convertido en héroe del pueblo tras triunfar apoteósicamente con las corridas del Puerto de San Lorenzo y de Miura, en ambas con multitudinaria puerta grande. Pero la polémica llegó el veinticuatro cuando la terna decide hacer el paseíllo bajo el aguacero para lidiar tres toros, en los que no dejó de caer agua hasta la lidia del tercero. En ese momento escampó, empezó a lucir un hermoso sol que era una delicia y los espectadores regresaron a sus tendidos hasta que al momento, incrédulos, escucharon por megafonía que “la corrida se suspendía por determinación de los espadas”. Nadie daba crédito y en la plaza estuvo a punto de organizarse un verdadero altercado, mientras la gente lanzaba las almohadillas al ruedo y otros literalmente las desplumaban, sobre todo en el momento que la terna abandonaba la plaza entre fuertes medidas de seguridad y bajo los escudos de la Policía Nacional. La prensa se cebó con las tres figuras a quienes le dijeron de todo e incluso el presidente del festejo, Juan Lamarca derivó toda la responsabilidad en los toreros de quienes dijo que, por su actitud, no eran dignos de esa plaza
La vida continuó y quien más caro lo pagó fue Julio Robles, quien al día siguiente esta de nuevo anunciado junto a Ortega Cano y Joselito, en una corrida de Aldeanueva. En esa ocasión desde que llegó hasta que se fue, a Robles, no dejaron de afearle su actitud e incluso nadie le dio importancia a lo que hizo en el ruedo. Y eso que cuajó un Raboso de Aldeanueva, que ha sido de los toros que mejor ha toreado en Madrid, entre la indiferencia de la gente, lo que provocó incluso que al final hubiera tensión e insultos entre el 9 y el 10, que apoyaban al torero, junto al resto de la plaza que lo abucheó sin piedad. Volvió aquel San Isidro una tercera ocasión y, aunque las protestas menguaron, hubo quien todavía no lo perdonó y como bien dijo el propio Julio con sarcasmo a los micrófonos de TVE, que retransmitía el festejo, “es que hay gente que aún no se ha secado”.
Ayer, sin embargo la terna se fue con la angustia de ver otro tren que pasó por culpa del agua. Y eso es lo que más duele, porque la peor corrida es la que no se torea y ese dicho de ‘si el tiempo no lo pide se convierte en protagonista’.
Leer tus crónicas sirve para que los aficionados estén enterados de la actualidad del mundo del toro y aprendan de la historia de los grandes toreros que nuestro país ha dado. Enhorabuena, Paco. Eres un gran crítico taurino, no le “bailas el agua” a nadie, estás bien informado y transmites pasión cada vez que escribes, ya sean crónicas o biografías de los grandes maestros, como la del Viti, Juan Mora, etc. Sigue así.
Hola Paco, como otros tantos isidros, sigo tus cronicas, especialmente los días después de que un hierro salmantino (reservo, el adjetivo charro para los merecidos) comparece, pues los matices ganaderos son, evidentemente, más ricos. En este sentido, vengo aquí por toros, oí ayer que un conocido periódico de Salamanca, saco en un suplemento el pasado miércoles información sobre las ganaderías salmantinas que van para lo venteño a base de fotos y datos propios de un apartado ganadero. En consecuencia, me pregunto si seria posible publicar, o para no alterar los contenidos de este espacio virtual, su envío por correo electrónico. Gracias, saludos y a seguir viendo toros, pues como dicen los viejos (de los que algo aprendí en los bares de van dyck) que mirando al toro nunca, nunca, se hace la tarde aburrida.