¡Vamos a quitarle el rocío al toro!

Salió César del Puerto a aquel toro decimonónico de Saltillo que hizo quinto y le ‘quitó el rocío’ entre la admiración del nuevo público de Madrid que no había vuelto a ver parar un toro a un peón, ni muchos sabían que eso era algo habitual. Porque hacía años que el torero de plata encargado de la lidia no paraba el toro. No salía a ‘quitarle el rocío’, expresión de la jerga utilizada en los antiguos, hasta que ayer en Madrid lo hizo César del Puerto en la que ya queda bautizada como la corrida ‘del terror’, que semejaban a aquellos toros del XIX de inciertas embestidas y malas ideas a los que se les podía a base de piernas. Pero la corrida también fue de honor para tres toreros y sus cuadrillas que la mataron con tanta dignidad. Y es que esa terna que merece ver su nombre acartelado de nuevo en Las Ventas con un encierro digno.

La brega de César del Puerto estaba arrinconada en un rincón del particular cuarto de ‘objetos perdidos’ de la Tauromaquia. Únicamente en casos de toreros muy mermados físicamente, como era Curro Romero o Paula, dejaban en manos de sus peones el peso de la lidia, pero eso que hoy es extraordinario era muy habitual hasta los años sesenta del pasado siglo. Porque la mayoría de los toreros echaban por delante al peón de confianza para que ‘alegrase’ al toro. Eran tiempos de Alfredo David con Manolete, de Joaquinillo con Pepín y con Pepe Luis; de Gabriel González con Antoñete; pero con otros muchos antes o después como José de la Cal, Almensilla, El Vito, Michelín, Faroles, Chaves Flores, Madrileñito, Guillermo Marín, Alfonso Ordóñez… que frenaban el ímpetu de aquellos toracos para que el matador lo tuvieron en el punto justo para lucirse a la verónica. Y es que en estos años, desde los sesenta para acá, eso sería impensable. Ni tampoco habría matador que se le ocurriese decirle al lidiador “quítale el rocío”, hasta que de manera excepcional, porque además en las nuevas generaciones hasta se ha perdido esa forma de hablar. Y también de conocer la lidia.

Por esa razón me descubro ante César del Puerto, que estuvo magistral ante eso toro de malas ideas y en la antípodas del prototipo actual que debe salir a una plaza. Porque incluso me recordó una lejana tarde de la presentación novilleril de Julio Aparicio en Madrid. Aquel día, Manolo Chopera le organizó un mano a mano mixto con Curro Vázquez y a Curro ‘el rubio de Linares’ le tocó uno que se lo paró, siempre con su buen hacer, aquel extraordinario peón dinástico que fue Pali ‘Pirri’. Aunque el toro era distinto, pero en ocasiones me recordaron las formas. Porque ayer en Las Ventas volvió aquello de vamos a ‘quitarle el rocío’ al toro gracias a un brillante peón llamado César del Puerto, quien desempolvó la torería de los viejos lidiadores que estaba arrinconada en un rincón del particular cuarto de ‘objetos perdidoso de la Tauromaquia.

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Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

4 comentarios en “¡Vamos a quitarle el rocío al toro!

  1. Fue emocionante, como alguna de las pinceladas de valor, honra y torería vistas ayer en esa corrida de los albores de la Tauromaquia. Quitar el rocío al de Moreno Silva por el subalterno César del Puerto ha sido una de las acciones toreras más bregadas que he visto. Tampoco le fue a la zaga el par de banderillas de Adalid en un asomarse al balcón para colocar esos dos claveles reventones dejados en el lomo de aquella fiera. Paco, en tardes como esta, ahora comprendo por qué los toreros son héroes. Un abrazo.

  2. Buenos días.
    Me dirigo a usted, Señor Cañamero para agradecerle de corazón sus palabras hacía mi humilde persona, la verdad que me han emocionado y se agradece cuando alguien dedica su tiempo en escribirle a uno unas palabras tan emotivas.
    Le agradezco de nuevo sus comentarios esto le da a uno moral para seguir trabajando y esforzándose.
    Gracias otra vez con afecto,
    César Del Puerto Herrero.

  3. Tengo la suerte de poder ver toros y ahora la Feria de San Isidro en directo desde mi país, Peru. Desde aquí mi enhorabuena para el torero Cesar del Puerto, quien generalmente tiene un trabajo pulcro asistiendo al matador tanto en la brega como con las banderillas. Esto habla de su entrega, su trabajo y preparación física que estoy segura debe tener para poder mostrar su profesionalismo en el ruedo. Y esta vez, en la «corrida del terror» no hizo la excepción. ENHORABUENA CESAR!!!

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