Tu eres un torero muy serio, con el clasicismo por bandera y la virtud de la torería. Con la seriedad para respetar la profesión en un caso de longevidad como no lo ha habido nunca y siempre con la máxima categoría.
Dueño de faenas para el recuerdo, de temporadas para enmarcar y de dar la cara de Castellón a Zaragoza para emprender a continuación rumbo a América, desde Lima, a Cali, a Manizales, a México… en las que te hicieron ídolo. Al igual que ocurrió con las hoy clausuradas de Quito y Bogotá, porque has sido un ejemplo para la profesión y, a diferencia de casi todas las figuras, eres un señor con compañeros y empresas. Defiendes lo tuyo en el despacho y en la plaza, pero te sientes solidario si hay medio aforo. Quizás en las temporadas más señeras te sobraron corridas y por eso en ocasiones abusaste de perfil y de sacarte los toros para fuera. Pero nadie puede negar otro montón de tardes redondas, siempre con el espejo de la torería que te ha hecho en uno de los toreros más inteligentes de la historia.
Pero a quien se ha hecho dueño de tanto respeto ahora hay que reprochar un acto que jamás debió hacer, ni llamar la atención de la manera que lo hiciste ayer en Istres (Francia) en una corrida en solitario que ya habías dejado impronta de quién eres. Porque jamás pensé que tu también seguirías el camino de los disfraces en el ruedo y de ningunear el traje de luces, que se ha hecho glorioso a través de los siglos teñido de sangre y gloria. Santo y seña de quien es torero y al que jamás se puede arrinconar en una falta de respeto-.
Vístete de esmoquin para ir a la ópera, Ponce. O aquel día que te hicieron académico de Bellas Artes en Córdoba. Pero no degrades tu profesión con experimentos, que la Fiesta no está para eso; ni el esmoquin para torear y encimar salir en hombros con él lleno de sangre. Vístete de luces, Enrique, que ahí eres de los mejores y jamás necesitas llamar la atención de otra manera. Que ahí está tu sitio y en el que te ganaste con orgullo, como este pasado San Isidro al cuajar con tanta plenitud y torería el toro del Puerto de San Lorenzo frente al que hiciste que te admiraremos mucho más lo que significas. Ese eras tú, el Ponce que queremos ver, el que sueña la afición y el de la leyenda. Jamás el de los disfraces y menos de esmoquin, que has ridiculizado a esa señorial prenda. Porque yo no veo a Plácido Domingo cantar vestido de torero. Ni por supuesto a un torero de esmoquin, aunque hoy los repipis te canten, porque lo que has hecho es tirar por tierra la grandeza de la torería.
Un torero como Ponce, y cualquiera, debe respetar la liturgia y una corrida de toros es para torear vestido de luces, y los festivales en traje corto. El esmoquin para los cócteles, las bodas y el traje de chaqueta para lo que quieras menos para torear. Esa moda que pusieron algunos toreros artistas de torear festivales en traje me parece una falta de respeto, digan lo que digan y argumenten lo que argumenten.
Bernardino Basas