Mejor dicho, bien ido está. Y lo peor que no hay marcha atrás como el sistema no ponga arreglo a tanto abuso. Sobre todo a deshonrar y quitar los honores del toro, que es el máximo protagonista de la corrida. Le han quitado raza y emoción, los afeitan en un alto porcentaje de plazas, han matado encantes y lo peor de todo es que en algunos carteles ya ni anuncian la ganadería. ¡Qué contrasentido, señor! ¡Ahora son corridas de toreros!
El último atropello es la anunciada corrida en Calatayud. Corrida de toreros, no de toros, en otra manera de funcionar de este sistema que únicamente busca el triunfalismo y la foto final de los tres espadas en hombros. Ya se han olvidado de todo lo demás, de la lidia, de la torería, de hacer las cosas con decoro. En fin. Volvamos a Calatayud y no para preguntar por la Dolores, porque la presentación de ese cartel es una tomadura de pelo, literalmente un abuso y un puñetazo al prestigio del toro bravo. Otra prueba más de la falta de seriedad de este espectáculo que se le va de las manos por tantos abusos de quienes deberían ser los que más velasen por él. ¡Luego no lloren, que la gente no es tonta! ¡Y la están echando!