Miguel Flores ya recita a los ángeles toreros

Miguel Flores se ha ido a recitar poesías de toreros a los ángeles de la eternidad. Se ha ido con su bonhomía y arropado por su innata torería, soñando con faenas de crujío y de las que despiertan los olés que salen del alma. Porque él fue de arte, de buscar el sentimiento y la naturalidad, que fueron las tres coronas de su escudo.

A Miguel Flores lo conocí hace ya un montón de años en el invierno de Salamanca. Le gustaba acompañar a algún chaval que había descubierto y velaba por su carrera con máximo interés. Muy amigo de la mayoría de las casas ganaderas del Campo Charro su cita era fiel con la llegada de los fríos y además con el agrado que Miguel Flores, a quien llamaron El Camborio, tenía muy buen gusto para elegir a los toreros. Porque todos eran de arte en un exclusivo club del que formaban parte Salvador Vega, Julio Aparicio, El Madrileño, Morante de la Puebla o Andrés Palacios que han sido sus últimas ilusiones de una larga lista.

En Salamanca se hizo torero en el escenario de los años cincuenta después de venir a pasar una semana de tentaderos y acabar quedándose ¡tres años!, por lo que para muchos se le consideraba charro, aunque eso sí también ejercía de madrileño con todas las consecuencias. Sus maneras educadas, su saber estar y su enorme cultura, además de su facilidad para recitar le hicieron ganarse a todo el mundo, al tratarse de un novillero diferente a lo habitual. Por entonces encontró, además, un apoderado hecho a medida en la persona del mirobrigense Tomás Ramajo, un veterinario militar que alcanzó el rango de coronel, pero sobre todo era taurino, vividor y protector de novilleros desamparados.

Tomás Ramajo le ayudó en su carrera y ya, desde entonces, fueron tan amigos que hasta ejerció del padrino en la boda de Miguel y Miguel, años después, portó en hombros su féretro hasta la última morada. Por eso seguro que esta mañana de cabañuelas de agosto ya habrá salido el tío Tomás a recibirlo con un abrazo y decirle con su habitual alborozo que, antes de dar bienvenidas, se van a comer unos huevos fritos con farinato regados con una generosa charra de tintorro.

Con Miguel se va un sabio de la Tauromaquia, un romántico del toreo y un hombre que vivía por y para la Fiesta Nacional. Todo un ejemplo y al que le tocó sufrir en los últimos al presenciar tantas cosas desagradables en su torero y que era un claro síntoma de la decadencia de un espectáculo sobre el que giró su manera de vivir. Pero siempre confiaba en una genialidad de Morante para poner a todos de acuerdo; o un Julio Aparicio, o Juan Mora, o Curro Díaz, o alguno de esos toreros que le apasionaron y estaban herrados con el sello del arte.

Fiel a un montón de ferias cada temporada, a partir de ahora le echarán de menos en Sevilla; también en la Aste Nagusia de Bilbao; o por septiembre en Salamanca quedará un vacío en la plaza y también el sitio de su ausencia en las tertulias esperando un regreso que nunca llegará. Porque sin Miguel Flores la feria pierde a una de sus referencias, pero sobre todo el invierno taurino charro quedará ya para siempre huérfano de su caballerosidad. Porque se ha ido a recitar poesía de toreros a los ángeles de la eternidad.

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Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

1 comentario en “Miguel Flores ya recita a los ángeles toreros

  1. Gracias Paco por glosar la figura de Miguel Flores.
    Tuvimos la suerte de tenerle con nosotros en varias ocasiones en la Peña Taurina Palentina, una de ellas cuando presentó su libro de poesía taurina: CUANDO LOS ANGELES… QUISIERAN TOREAR.
    Fue un privilegio escucharle hablar de toros y oírle recitar sus poesías.
    Descanse en paz.

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