Se fue Chanito en soledad y sin algarabías, como le gustó vivir desde que se vio obligado a colgar el traje de luces. En paz consigo mismo y con todos; disfrutando de su familia, siempre unida y que era el motor de su felicidad. Se fue y quedó el legado de su intachable trayectoria, de un torero sobrio y que dio la cara allá donde era anunciado. Con suficiente valor para no hacer ascos a ninguna ganadería y con una espada que era un cañón y tuvo en ella el fuerte de su Tauromaquia, junto a su muleta poderosa.
Hoy, con la noticia fresca duele su pérdida y saber que ya es un recuerdo el saludo al encontrarlo por las calles de Salamanca, donde era frecuente verlo hasta hace unos años por la Plaza del Oeste, Wences Moreno, Puerta de Zamora… Hasta que se marchó su mujer, cuya muerte lo dejó sumido en la tristeza y ya nada volvió a ser igual. Entonces muchas veces hablé con él y nos hicimos amigos más allá de la cercanía geográfica de nuestros lugares de nacimiento, porque lo escuchaba encantado desempolvar vivencias de su época, al igual que también su opinión sobre el toreo actual, que explicaba de manera cabal, sin pelos en la lengua y llamando las cosas por su nombre.
Su grandeza e importancia en la década de los 60 está ahí y quien lo conoció lo avala por su valor y entrega hasta que una desgraciada cornada lo retiró. Sin embargo para los nuevos aficionados se escapa quién fue este torero, al igual que para la mayoría de quienes escriben de toros y nunca lo vieron, ni tampoco les interesa el pasado, porque están más pendientes de esta época de triunfalismo que les ha vendido el ‘sistema’ y pregonar la chorrada que hoy se torea mejor que nunca.
Ahora, Salamanca debiera tener el detalle de dedicar un acto a su memoria, algo más que merecido. A falta de poca más de dos semanas para la feria charra, su tierra debe tener un recuerdo con Sebastián Martín ‘Chanito’. El que jamás se le hizo en vida a uno de los grandes toreros charros y el que presenta el mejor balance de puertas grandes en Madrid. Cinco corridas toreadas por tres triunfales (aunque la tercera cortó dos orejas, pero no pudo salir por la gravísima cornada inferida en el cuello por un toro de Pío Halcón).
Ahí queda un guante que no trata nada más que reconocer lo que ha sido Chanito y hacerle justicia a un torero que se distinguió por ser siempre charro, además de un hombre cabal.
Me gusta tu forma de siempre de estar ahí. en paz descanse ! TORERO !
Estoy absolutamente de acuerdo contigo, creo que Chanito ha sido un torero injustamente olvidado y merece un reconocimiento, aunque ya lamentablemente no pueda ser en vida. Estaría muy bien que le diera cabida a un homenaje durante esta próxima feria. Brillante tu comparativa en este artículo del toreo de antes cargado de personalidad con el de ahora donde hay mucha técnica pero falta eso, la esencia. No se puede resumir mejor.
Buen torero y buena persona.
Hoy me viene a la memoria, que desde siempre, he oído en casa hablar de Chanito, y mucho y bien por cierto. La amistad de mi familia con él, surge en la época en que vivió en Gejuelo del Barro, en El Cuartico, y siempre se le ha recordado con mucho cariño.
Como anécdota de la época, contaros que cuando toreaba en sus comienzos, la persona que se ponía en contacto con él cada tarde al terminar el festejo, desde el teléfono público, -que era el único que había-, era el cura del pueblo, D. Marcial, muy amigo de él, y uno de sus más fieles seguidores. Este a su vez, se encargaba de pasar el parte del día, a la familia, y al resto de los vecinos. Lo sé de buena tinta, porque el cura, era mi tío- abuelo, y he oído contar la historia infinidad de veces.
Muy agradecida su hermana por los comentarios de todos y sobre todo a Cañamero por sus artículos tan emotivos.
No soy taurina
D.E.P. Ese gran charro.