Por las venas de don Alipio Pérez-Tabernero Sánchez corría sangre ganadera. Porque no fue otra cosa desde que nació hasta esta mañana que apagó la llama de su vida. Esa mañana mientras la melancolía del otoño asomaba y los toros buscaban refugio bajo las encinas dijo adiós. En silencio y de forma discreta, como a él le gustan ser y por esa razón hasta los bueyes se detuvieron para que no sonasen los cencerros y así poder guardar luto por el amo muerto, hasta que vuelva el mayoral con un lazo atado en la garrocha. Porque se ha ido don Alipio justo cuando su querida Salamanca vive el ecuador de la feria taurina. Y lo ha hecho a los noventa y cuatro años contemplan la andadura de este señor del Campo Charro.
Hoy, con las gentes del campo mirando al cielo, a media mañana las campanas tañían con tristeza para anunciar el adiós de don Alipio Pérez-Tabernero Sánchez, ganadero de ‘nacencia’. Porque era hijo de aquel personaje de leyenda llamado Alipio Pérez-Tabernero Sanchón -el de las famosas patillas- y nieto de Fernando Pérez-Tabernero, quien abrió las puertas del toro bravo a esta famosísima familia que ha llevado tan alto el mundo ganadero.
Por ese motivo fue ganadero desde que tuvo uso de razón fue ganadero, aunque también intentó ser torero espoleado por los éxitos de Manolete –a quien tanto trató-, aunque una lesión en el talón de Aquiles lo retiró del toreo y ya definitivamente emprendió sus pasos en el campo. En su querida finca de Matilla, donde crío toros de Santa Coloma que tantas alegrías le dieron, muchos de ellos lidiados por Paco Camino, muy amigo de la casa, al igual que Julio Robles y El Niño de la Capea. Pero allí todos tuvieron cabido y desde la máxima figura hasta el novillero más modesto encontraron calor y afecto en esta casa
Años después y daba las exigencias de le época también tuvo otra encaste de ‘Atanasio’, aunque su preferencia era Santa Coloma, del que fue fiel defensor, incluso en las épocas que ocupó destacados cargos en la UCTL.
Casado con la también ganadera María Lourdes Martín Aparicio, era padres de Alipio y Juan. Ahora, con su muerte ha dicho adiós un señor. Un ligrimo charro que se fue esta mañana de septiembre triste y lluviosa, marcada por la melancolía que trae la llegada del otoño.
Descanse en Paz, un señor, sí. El último fallecido de sus seis hermanos.
Mi más sentido pésame para sus familiares.
Fuí trabajadora en esa casa, no entiendo de toros, pero sí pude ver su calidad humana. Mi más sentido pésame a su esposa e hijos.