Las mentiras del palabrero don Joaquín Moeckel

Sabido es que al letrado sevillano don Joaquín Moeckel le encanta estar en la pomada y convertirse en la salsa de todos los guisos. Es dichoso ante las cámaras e incluso dándose bombo, como ocurrió hace varios meses al atentar contra el patrimonio monumental de Sevilla al limpiar el bronce que honra a Curro Romero tras sufrir un atentado antitaurino. Moeckel, que acudió a limpiarla por su cuenta y riesgo, lo primero que hizo fue mandar fotos a las redes sociales para publicitarse. Después el resultado fue el daño causado a la patina del bronce al actuar sobre él con productos químicos en otro acto más de su egocentrismo.

La última licencia que se ha permitido ha sido una critica despiadada –y completamente falsa- contra los miembros de la Policía Nacional que desarrollan la seguridad de la plaza de toros de Salamanca durante la feria de septiembre. Lo hizo a raíz de que el conocido activista antitaurino Peter Janssen se lanzase al ruedo al rodar el primer toro de Morante en la corrida del día 14.

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Las manifestaciones realizadas horas más tarde son un clara falta de ética y de responsabilidad ocultando los hechos sucedidos tras el altercado contra al activista y de gravedad, pero que no han trascendido a la opinión pública. Por esa razón lo recogemos en esta página tras pedir información de lo ocurrido a don Ramón Sánchez Miguel, a la sazón inspector jefe del Cuerpo Nacional de Policía y presidente de los festejos taurinos celebrados en La Glorieta. A él nos dirigimos por vía telefónica para contrastar la realidad tras llamarnos la atención las declaraciones de Joaquín Moeckel, siempre buscando su ego –por cierto, este crítico taurino hace años ‘caló’ al letrado en su afán por figurar-.

De momento sorprende que denuncie en medios púbicos la inacción de la policía salmantina –una mentira y un atentado contra su profesionalidad- una vez que el activista se lanzó al ruedo nada más rodar el primer toro de Morante. Entonces, en esos momentos y de ellos hay varios videos en la red para sacar a lo luz las no verdades de Moeckel, varios miembros del cuerpo accedieron a la arena para detener al espontáneo, haciéndolo uno de ellos en el mismo centro del anillo. Inmediatamente se produjo la desagradable acción al recibir un puñetazo el detenido en la cabeza y por la espalda a cargo del ayuda de mozo de espadas del Juli, acción muy desagradable y de la que ya se ha dado la debida cuenta judicial. Porque las cosas se arreglan en los juzgados, no con la violencia barriobajera delante de miles de personas, que es lo que menos necesita la Fiesta ahora mismo.

En medio de tanto laberinto, a Moeckel se le olvidó decir la verdad de lo ocurrido. Ocultó decir que nada más producirse la detención –según comunicó el inspector jefe don Ramón Sánchez a este medio- acudió junto a Morante al lugar donde se encontraba y, en ese instante, el diestro de La Puebla trató de abalanzarse sobre él, que estaba esposado y retenido, con no buenas intenciones, sin que el abogado hiciera nada para frenar a su cliente en el posible delito que hacía ¡vestido de torero!, que es la más mancha más grande que puede tener tan gloriosa prenda. Al impedirlo y en caliente en ese instante discute con el delegado de la autoridad, el inspector jefe Ángel Pablo Yubero –otro brillante policía dueño de una carrera llena de reconocimientos, al igual que la de Ramón Sánchez- al impedir la supuesta agresión contra el activista.

En esos instantes ya había salido a la plaza el siguiente toro, que correspondía al Juli y la dirección de lidia la debía ejercer Morante, el más antiguo de la terna, no encontrándose en la plaza y desertando de sus obligaciones, lo que también es algo muy grave y de lo se ha cursado el respectivo informe para tratar de ver si se violó el reglamento. Con prontitud, el artista de La Puebla del Río, se dio cuenta del grave error que estaba cometiendo y tras pedir disculpas a la policía marchó a la plaza para seguir la lidia brindando su segundo toro al delegado de la autoridad, señor Yubero, en un claro arrepentimiento.

Y es que la maniobra de Morante no es el ejemplo que debe dar un torero. Ni tampoco su letrado puede mentir para justificarlo y atacar a la ejemplar policía charra. Contra Peter Janssen se actúa en los juzgados y a partir de ahí se trata de meter en la cárcel durante una temporada hasta que purgue sus graves delitos. En la cárcel es donde ahora mismo está su sitio y no con la actitud de Morante, la de su abogado palabrero y de ese violento ayuda de mozo de espadas, que con su agresividad dio un puñetazo a la verdad de un arte que tiene su bandera en la cultura.

Morante debe preocuparse de deleitar con su torería, de ser siempre digno y no protagonizar un episodio como el de Salamanca, porque así lo único que hace es darle alas a los antitaurinos y tener más enemigos enfrente, además de alejar a la Fiesta de la cultura. Y esa es la verdad, no las mentiras del palabrero Joaquín Moeckel.

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Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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