El toreo de escuadra y cartabón

Ahora que ya se escucha el cascabeleo de las mulillas para arrastrar la temporada, El Juli continúa cortando orejas y descerrajando las puertas grandes. La última en Logroño con el toro impuesto en La Ribera tras el cambio vivido de esa feria que antes, en la vieja Manzanera y de la mano del gran Manolo Chopera, rendía culto al toro íntegro. Nada que ver aquella con la actual, ni el prestigio de una y de otra, porque antaño en el ambiente taurino hablar de Logroño eran palabras mayores envueltas en la seriedad y el respeto que se supo ganar esa tierra. Hoy aquel esplendor forma parte de la añoranza de otra Fiesta más íntegra y con más verdad. Pero sobre todo más justa que la actual encorsetada y hermética con los mismos nombres en todos los ciclos.

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Pero antes de Logroño y prácticamente desde que echo a andar como torero, los triunfos han sido la tónica general en su carrera. Porque la noticia es que salga andando de una plaza o con un silencio, o no digamos ya una bronca -que es algo muy torero y ahora parece que da vergüenza escuchar esa calificativo-. Esa de verdad es la noticia, sobre todo en provincias, donde impone su ley de la técnica sobre la que da un montón de pases a los toros de las exclusivas ganaderías de su nómina.

El Juli representa al toreo de escuadra y cartabón, al de la mencionada técnica –qué palabra más horrorosa en un arte- ausente de gusto, de inspiración. No seré quien le reste méritos, porque la grandeza de la Tauromaquia es al tal que todos tienen cabida y en las distintas épocas hubo espadas de variados cortes, entre los valientes y artistas. Es más, El Juli suma años en activo con una frescura impropia de quien ha logrado y mantenido metas tan altas. Pero eso no es todo, ni tan siquiera me llena por muy rico que sea y haya batido decenas de registros, porque el toreo no es de batir, es de dejar esencia y despertar la emoción. Al menos para mí que recibí esa educación, siempre bajo la máxima que el toreo son letras y no números. Es calidad y no cantidad. Es sentarse en el tendido a la espera del paseíllo con la ilusión de creer en los Reyes Magos y abrir sus cajas de sorpresas ante las sensaciones que deben esperar. Sin embargo en El Juli no se esperar nada nuevo al ser su Tauromaquia siempre la misma.

Es cierto que ha buscado la perfección desde la técnica -¡otra vez la técnica!- para traer su toreo lineal y en muchas ocasiones aliviándose al citar con el pito y retrasar la pierna contraria y por tanto carente de imperfecciones. Cuando en el arte del toro la imperfección del arte hace crujir del emoción, ¡verdad, Rafael de Paula! O como decía ese genio de Linares llamado Curro Díaz es mejor el tachón de artista que una línea de ordenador. Porque el toreo del Juli parece sacado de un programa informático y por eso le falta la improvisación y también el gusto, aunque todas las tardes salga en hombros con las orejas en la mano y sus seguidores se rasguen las vestiduras.

A partir de ahí vemos que ha triunfado más que nadie; pero, ¿cuántas faenas han quedado para el recuerdo en tan destacado protagonista? Las tiene importantes, con toros indultados… pero no atesora una redonda como la de Ponce al ‘Lironcito’ en un San Isidro, la de Bilbao a ‘Naranjito’; la del Cid a ‘Guitarrero’; la de Talavante a ‘Esparraguero’ y otras más, otras de Perera… por citar a toreros con los que rivaliza en los ruedos. Si, tienes guardadas faenas de inmenso valor y poderío, pero ninguna para enmarcar en la posteridad, ni con la rotundidad de las citadas, al faltarle la esencia que no se tiene cuando son trasteos bajo la escuadra y el cartabón de la técnica. Y no entramos en el detalles de su manera de interpretar al suerte suprema, que es un insulto a la pureza.

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Fruto de expuesto es que tiene el honor de atesora varias Puertas del Príncipe, pero también la desazón de ser consciente que en los colmados del Arenal, ni en los bares de Los Remedios, ni en las tascas de Triana cuelgan fotos suyas. Y es que el toreo –aunque caben todos los estilos- es arte, esencia, improvisación y sobre todo se debe hacer con variedad de encastes. Que ahí está la importancia y grandeza.

 

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

1 comentario en “El toreo de escuadra y cartabón

  1. Vamos ya sabemos que eres anti Juli y bajo ningún concepto reconoces lo evidente.
    Ojalá saliera otro Juli con 16 años para llenar las plazas como lo hizo él durante varias temporadas.
    Como torero sigue tirando del carro. A mi edad he visto muchos, unos que torean mejor y otros que torean más bonito; que no es lo mismo, pero con su capacidad y con esa técnica para que le sirvan más toros que a ninguno ya no he visto tantos.
    Por ello El Juli fue es y siguiera siendo un figurón del toreo y cuando se retire más se agrandará su figura.
    En relación a las faenas para el recuerdo te aconsejo que veas el vídeo conmemorativo de sus 18 años y puede que se te avive la memoria.

    Saludos

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