Un respeto para César Jiménez

César Jiménez se ha marchado en silencio, esperando que se bajase el telón de la temporada para anunciar su retirada. Lo hace mordiendo el polvo del actual toreo seguro que con rabia e impotencia al ver cómo la Fiesta se ha vuelto tan injusta. Tan complicada y difícil con un sistema que la maneja a su antojo, sin escuchar al pagano y dejando tantos cadáveres en el camino.

Seguro que César Jiménez se cansó de seguir con su proyecto al ver cada mañana tantas chinas en los zapatos de su honorabilidad. Y se hartado de muchas cosas, seguro que una de las dolorosas después de un día formar parte de aquel G-8 que fue por las instituciones pidiendo dignidad para la Fiesta y él, que era el más débil, fue derribado sin que sus antiguos compañeros de travesía reivindicadora tendieran una mano para tratar de levantarlo. Y se quedó solo, abandonado por unas empresas que borraron su nombre para olvidarlo al banquillo del olvido, que es el más dolorosas de las derrotas de un torero.

 Y ahora, tras deambular durante un par de años en tierra de nadie y poniendo los cimientos de su nueva actividad empresarial, ha dicho adiós en medio del silencio que traen los tiempos de la canales. Con él se va un torero íntegro.

Un torero que conocí siendo un niño un verano que salía a los toracos de las capeas de Fuenteguinaldo, siempre con su fiel Maganto, quien entonces era su sombra. Allí se ganó muchas simpatías que ya no perdía a la par que empezaba a crecer y además hasta fue la ‘pareja de baile’ de Javier Valverde en los tiempos de novillero. Cuando ya empezó a sonar antes de la alternativa, de las puertas grandes en Madrid, de las veces que dio la vuelta a España o de esas campañas que toreó más que nadie.

Hoy se va, pero nunca se apagará la llama del respeto que se supo ganar.

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Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

2 comentarios en “Un respeto para César Jiménez

  1. nunca entendi porque despues de salir tantas veces por la puerta grande de madrid apenas toreaba.
    ahora cuando era televisado se le ninguneaba de una manera flagrante, el toreando muy bien y los comentaristas hablando de una faena de juan bautista de hace tres años en vitoria, y asi año tras año en madrid

  2. Hay un antes y un después tras ser apoderado por Martin Arranz, bajo mi opinión el apoderamiento de este le hizo mucho daño y nunca volvió a recuperar el sitio que merecía.

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