A los taurinos, al ‘sistema’ y quienes con él laboran, no les ha valido que estos años de atrás hayan visto literalmente las orejas al lobo sintiendo la zozobra de la Fiesta en el pozo más profundo de la crisis. Ellos se justificaban lavándose las manos descargando las culpas a los ‘antis’, a los partidos de izquierda radical, al tendido 7 de Madrid y al grandioso periodista Antonio Lorca. Lo hacen sin observar la diana de la realidad y sin sacar la más clara de las conclusiones, que no es otra que el respeto al aficionado. A quien pasa por taquilla y quiere disfrutar de la emoción del toro bravo junto a una renovación en los carteles de las ferias. Sin olvidar la necesidad de unos precios más acordes.
Ahora, en este 2017, con tan buenos augurios y varias novedades hay algo que llama la atención. Se trata de la gran obsesión de los taurinos por restar al toro, por tratar de imponer –por ejemplo en Madrid- un toro alejado del prototipo del lidiado en esa plaza y además con las puntas de los pitones manipuladas -que va a ser el anticipo del afeitado masivo que llegará a esa plaza de manera inmediata si nadie lo frena-. Y ya no digamos en provincias donde el abuso es una tomadura de pelo para quien pasa por taquilla. Sirven dos ejemplos de este fin de semana para que tomen nota de la situación. Se trata de la corrida de figuras en la feria de Cáceres –que reabría sus puertas tras varios años sin actividad taurina- y la novillada del Puerto de San María. En ambas fue vergonzoso el saldo lidiado con la manipulación de pitones en una clara tomadura de pelo a cargo de un ‘sistema’ culpable de cargarse la casta al buscar un toro que, en muchos casos, sale a las arenas dando pena en vez de dar la sensación de peligro. Eso y el triunfalismo de las salidas masiva en hombros, junto a parte de la llamada ‘nueva prensa’ afín al poder y justificando todas las maldades de los taurinos al cantar los éxitos con reses afeitados como algo grandilocuente. Y todo eso ocurre en la dura pugna por intentar colar en Madrid el triunfalismo –las ‘bolas’ de los pitones ya son una realidad- y el núcleo duro de esa afición luchando por mantener el prestigio de la que ha sido y debe seguir siendo primera plaza del mundo.
Lo penoso es que este año se advierten vientos favorables para la Fiesta y al final no van a lograr más que cansar a un aficionado que está harto de tanto fraude. Reabren sus puertas plazas que en han estado cerradas a cal y canto para acabar maltratando a quien pasa con taquilla al ver tanto serrucho. Se programan nuevas corridas y nadie protege al aficionado a quien engañan con saldos impresentables lidiados en los carteles de las llamadas figuras en provincias. Y todo lo quieren justificar con salidas en hombros que nada tienen que ver con la dignidad y grandeza de la Fiesta.
Y a ese hay que ponerle coto. Porque la Fiesta es muy grande para que la estropeen unos pocos que se enriquecen a costa del pagano, como ha ocurrido con los lamentables ejemplo este fin de semana en Cáceres y El Puerto de Santa María.
COLETILLA FINAL: La novillada lidiada el domingo 21 por El Juli en Sevilla fue un atentado con todas las letras, pero de eso hablaré otro día).
Cuanta razón tienes Paco: solo queda la esperanza de que con la grandeza de la fiesta no puedan ni los taurinos.
¡¡¡LA GRANDEZA DE LA CRÍTICA ES SER SINCERO CON UNO MISMO Y DECIR LO QUE SE VE POR ESAS PLAZAS DEL MUNDO. HACE MUCHOS AÑOS QUE NOS CONOCEMOS, ÉRAMOS MUY JÓVENES Y LA EDAD EN TU CRÍTICA ES COMO LOS BUENOS VINOS ¡¡¡CADA VEZ, MEJOR SABOR Y GRAN AROMA!!!. POR ESO HE COMPARTIDO TU ARTÍCULO Y LO HE TITULADO ASI: » LEER A POCO CAÑAMERO, UN CRÍTICO DE VERDAD».
UN ABRAZO Y HASTA SIEMPRE. emilio morales. presidente PEÑA EL 7.