Llegó Juan del Álamo a Madrid a jugarse una baza importantísima y convirtió en oro el plomo que, horas antes, auguraban los agoreros. Llegó casi al límite, sediento de triunfo y de gloria para firmar la faena más redonda y rotunda de San Isidro. La faena que devuelve a las ferias a este muchacho de Salamanca tras –a falta de sorpresa de última hora- convertirse en el triunfador total del ciclo madrileño.
Muchas tardes, hasta ocho, dejó entreabierta la puerta de Madrid, hasta que ayer pudo disfrutar de la enorme emoción del triunfo grande que deja su nombre escrito en la Monumental. Y en el corazón de los aficionados que vibraron con la torería de ese Jonathan Sánchez Peix, anunciado Juan del Álamo.
Salió en volandas y fue el triunfo del hambre. Del querer ser torero y de la fuerza de un muchacho que cuajó plenamente a su primer toro y aunque el presidente quiso el protagonismo lo cierto que el torero rompió los moldes, porque el triunfo era suyo. Fueron momentos plenos de emoción que envolvieron mi recuerdo en aquella tarde de más de treinta años atrás cuando a Julio Robles le negaron la segunda oreja de un ‘raboso’ cuajado a la perfección. A Robles, tras ‘guindarle’ la segunda oreja, lo obligaron a dar hasta tres vueltas al ruedo a cuya conclusión aquel ‘ussía’ llamado Font –que robó cuatros puertas grandes con descaro al salmantino-. Fueron momentos parejos en todos. Porque al acabar de dar las vueltas la bronca al palco fue de época y también antes de salir su segundo toro, a los dos le tributaron una larga ovación de respeto y gratitud.
Ahora la alegría la ha traído Juan del Álamo, quien ha logrado el milagro y hasta hoy los mayores ‘alamistas’ –los de toda la vida- sean quienes ayer por la mañana ponían tantas interrogantes a su carrera en la practica de ese deporte tan charro. Hoy se ha ganado los contratos en todas las ferias, el respeto y consideración de sus compañeros. Y ya ha cogido el camino para ser figura, que es donde debe consolidarse este torerazo de Salamanca. Y lo más importantes es que, gracias a él, la gente abandonó ayer Las Ventas toreando de salón y sus paisanos sintiendo el orgullo de este torero grande.
COLETILLA: Además de mi reconocimiento al propio matador lo hago extensivo a Rui Bento, su apoderado, por tanto como ha luchado. Rui -enorme persona- es un excepcional taurino y guiará esta carrera hasta la elite con su clase y categoría. Barrunto que esta pareja será larga y muy fructífera, algo que la Fiesta le agradecerá.