¿Por qué me parece floja la feria de Salamanca?

Escribía ayer, a raíz de la injustificable ausencia de David Salvador y otros asuntos, que la feria de Salamanca me parece floja. Desde mi opinión y con respeto trataré de defender esa postura con argumentos.

Salamanca es un ciclo que ha sufrido un inmenso bajón en la última década. Además de reducir el número de festejos la asistencia del público ha caído en picado. Aquí no solamente ha sido la cacareada crisis –de hecho otras ferias de septiembre mantienen el esplendor, caso de Albacete o Murcia-, el resultado de todo es fruto de dos cosas, de combinar carteles sin gancho para la afición y de la política de precios impuesta en esta tierra, tan prohibitiva para la mayoría de los bolsillos. Unos precios que alcanzaron esas altas cifras durante la época de oro del toreo charro, años 70 y 80, cuando se vivían las tardes con tanto entusiasmo y la afición llenaba cada tarde los tendidos de La Glorieta. Después, ya sin figuras locales, se mantuvo la anterior política y la empresa hizo un gran negocio durante décadas, sin invertir en novilladas de promoción, una miniferia por San Juan de Sahagún… Hasta que llegaron las vacas flacas del último lustro.

Ahora, Salamanca, con un nuevo staff en la propiedad, debe adaptarse al futuro necesitando un cambio total en sus bases y ahí pasa por una sustancial rebaja de los precios –acordes con otras ferias de septiembre de su talla, como las mencionadas Murcia, Albacete o la vecina Valladolid, más baratas-. Esa la prioridad principal para devolver al público. Y más en este año que hay una sustancial bajada del IVA, pero aquí la empresa ha callado. Y esos silencios hablan por sí mismos.

Además la empresa debe ver que si ofrece facilidades la gente responde. Y la mejor señal es el llamando ‘Tendido Joven’, que cada tarde llena la andanada de sol de muchachos entusiastas por iniciarse en la afición por el toreo. Tampoco estaría mal que a esos chicos en las tardes de media entrada se los invitase a los tendidos vacíos, cuando la ocasión sea apropiada.

Por esa razón con tal altos precios, la feria de Salamanca merece más. Desde atención al aficionado hasta mejores carteles. Por un lado resulta incomprensible que no haya una corrida torista de máximo nivel. ¿Por qué no tiene derecho a anunciarse una de Victorino Martín? Sí, los ‘victorinos’, algo que se vivía con tremendo interés para vivir la emoción que siempre traen esa ganadería de leyenda. En fín… vamos al grano.

Referente a los carteles los del 13, 14 y 15 son los habituales en la mayoría de las ferias, es decir los mismo con los mismos. El del 13 está bien rematado, siempre y cuando García Jiménez presente un encierro decente, que esa es otra. La siguiente también es de máximo interés con el revulsivo Roca Rey, con El Juli y el local Juan del Álamo, en su mejor año y enfrente a los Garcigrande, divisa de la que aún saboreamos la brillante tarde que ofreció el pasado San Isidro. La del 15 también guarda expectación con los toros de Montalvo, que varios años han triunfado en esta plaza y la novedad de Ginés Marín, uno de los jóvenes que deben refrescar un escalafón que llevan tantos años con los mismos nombres. En esos días ‘grandes’ se echa de menos a José Garrido, también al arte de Curro Díaz y a la pureza de Paco Ureña, mientras se agradece mucho volver a disfrutar en Salamanca con Antonio Ferrera, que a sus veinte años de alternativa es un torero nuevo, con sabor añejo y el poso de la veteranía.

Por otra parte, el cartel del sábado, bajo el gancho de ‘corrida charra’ es extraño. Ahí la nueva empresa ha mirado a otro lado para meter con cuña sus bazas de los hermanos Adame –que dirige sus carreras para marginar el gran Gallo, a Damián o a otros con méritos-, junto a los locales Javier Castaño –muy merecida su presencia- y de Alejandro Marcos, que se presenta de matador en La Glorieta y hasta última hora no estuvo claro su concurso. No estuvo claro porque la empresa pretendía que tomase la alternativa en la feria, sin darse cuenta que el ‘sistema’ se ha cargado las novilladas y eso sería tener al muchacho parado durante todo el verano y no poder torear las varias corridas que ya ha comprometido. Ahora Marcos debe aprovechar esa tarde su lote del Puerto de San Lorenzo, de lo contrario lo ‘esperarán’ para la próxima edición.

De los carteles lo más injusto es la tremenda ausencia de David Salvador, algo que no tiene nombre. No se puede jugar con los intereses de un muchacho después de la gran tarde que ofreció el año pasado. Si la empresa vela por Toñete, de hecho es su protegido, que organicen un festejo de cuatro novilleros, pero jamás jueguen de la manera que lo han hecho contra David Salvador, de quien aún saboreamos la enorme torería que regaló el pasado año a la afición. Ahora como ‘premio’ lo dejan fuera y a Toñete, que el pasado año estuvo mal, lo vuelven a acartelar. ¡Así está el toreo!

COLETILLA: De la corrida charra me preocupa que se puede convertir en una verbena de disfraces y para eso la empresa y toreros deben dejarse asesorar de quien conoce la tradición y cultura charra, porque si se hace bien una corrida charra es muy vistosa. Al hilo de esto voy a recordar que el gran Julio Robles siempre tuvo ilusión de encerrarse con seis toros en Salamanca vestido de charro y ojalá hubiera podido llevarse a cabo con el llorado maestro que siempre tuvo tanto mimo para respetar toda la liturgia torera. En Salamanca los últimos festivales ‘charros’ se celebraron en la pasada década de los 50 y seguro que en la Filmoteca hay fotos de aquellos para fijarse, porque la última vez que se celebró se fijaron en una foto de Alfonso Navalón que estaba paseando los trofeos sin chaquetilla, que no la tenía al haber sufrido una voltereta y resulta dañada la prensa. Y es que de charro, al igual que de luces, debe impregnar la torería.

 

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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