El Caballero de Palencia

Llegará la feria de San Antolín y traerá los toros a Palencia para que Jaime Caballero se vuelva a emocionar desde su palco celestial. Y aplauda las grandes faenas bajo los ecos de ‘Castilla, la gloria’, el pasodoble dedicado a Marcos de Celis, aquel genio que pudo haber sido amo del toreo si la cordura hubiera sido compañera de su vida.

A Palencia, joya artística protegida por el Cristo del Otero, volverán sus tardes de toros al coso de los Campos Góticos y allí quedará la añoranza del ilustre aficionado Jaime Caballero, quien hizo gala de su apellido en todos los pasos de su vida. De un señor que enarboló con orgullo la bandera de la Tauromaquia, arte del que fue un reconocido aficionado. Conocía la historia de todos los grandes y también el toro con todos sus encastes, siendo amante del toro con trapío, cuajado y serio que impone el respeto de la emoción. Por esa razón era apasionado de muchos diestros guardando nostalgia por Camino, El Viti, Antoñete, Julio Robles… mientras que estos años sentía una especial debilidad por Javier Castaño, a quien tanto apreciaba por esa voluntad férrea para ser torero grande. También de las ganaderías que hicieron de la seriedad su forma de vida, como el caso de Adolfo Martín su último sueño, porque no tuvo otra ilusión durante los últimos días de su vida que desplazarse a Santander para emocionarse con sus arrancadas al caballo, su forma de humillar y vender cara su vida de toro bravo. Pero ya no llegó, porque en vísperas sonó el silbato para emprender el camino de la eternidad.

Nacido en las llanuras de Alaejos, el bello pueblo que rompe los horizontes con sus torres moriscas –dos giraldas en La Meseta-, su vida se desarrolló en Palencia, tierra de la que fue un símbolo e hizo gala de su bondad y señorío. Por eso, este otoño cuando volvamos a traspasar la puerta de la Peña Taurina Palencia, en la histórica calle Mayor Antigua, nos embargará la emoción el recordar a Jaime Caballero, quien siempre nos distinguió con el regalo de su amistad. Mientras tanto velará desde su palco de la eternidad por la grandeza del toreo aplaudiendo la bajo los ecos de ‘Castilla, la gloria’. DEP

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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