¡Huérfanos de tu temple!

Esta mañana el viento serrano soplaba con tanta fuerza que cimbreaba los chopos de la vieja carretera, mientras las dos luces del amanecer anunciaban el último sábado de agosto. Día de toros en media España, del vaivén de la familia taurina con los coches de cuadrillas aparcados a las puertas del hotel tras el largo viaje desde otra ciudad y la unánime conversación sobre el temporadón del maestro Ponce, que una vez más volvió a rendir Bilbao.

Con todo lo que mueve en sí la Fiesta, desde hace unos días comenzó entre sus gentes el alarmante runrún sobre el estado de salud del maestro albaceteño Dámaso González. Nadie sabía concretamente qué ocurría, aunque sí era cierto que desde hace unas semana no cogía el teléfono, ni casi nadie había vuelto a saber de él. Era un rumor extendido, “¿sabes tú algo?”, de esos que suelen traer malos presagios, aunque nadie acabe de hacerse a la idea que pueda tener ante sus ojos la bandera ajedrezada para anunciar su final de la carrera en su vida.

Por eso esta mañana con la marcha de un colosal torero, los cielos se han poblado de nubes oscuras para despedir a quien fue un maestro. A ese Dámaso González que ha sido uno de los mejores toreros de la historia. A uno de los reyes del temple, de la colocación y de las distancias. A quien fue un auténtico ídolo y logró triunfar con clamor en todas las ferias. Hasta en Madrid, tan dura los primeros años cuando le contaban los pases hasta que ya se le entregó para siempre tras aquel triunfo frente a un toro de La Laguna. Desde entonces, el gran Dámaso –Damaso que dicen sus paisanos- ya siempre fue torero de Madrid, plaza en la que llegó a asustar al mismo miedo con su naturalidad frente a esas terroríficas corridas que tantas veces pasaportó.

 

 

La carrera de Dámaso no es para resumir en unas líneas; es la carrera de la entrega y del querer. De un tremendo valor, el mismo que tuvo desde sus inicios en las capeas hasta la época de figura, para defender su legítimo sitio y alcanzar un palmarés impresionante. Es una hoja de servicios escrita con temple y valor para glorificar la Fiesta dejando su nombre a la altura de los más grandes.

Hoy el toreo llora a Dámaso por esta muerte que ha sorprendido a todos. Llora a un coloso que fue un símbolo de La Mancha y el toreo más grande que dio Albacete, tras beber de las fuentes de Chicuelo II, de Montero o de Pedro Martínez ‘Pedrés’, que fue uno de sus descubridores y desde el primero día apostó por este chavalillo, que desertaba de repartir leche por las calles de Albacete para irse a las capeas, para que fuera figura del toreo.

Vacíos de él se ha marchado en vísperas de la feria de Albacete, cuando la preciosa Chata de esa capital se prepara para su centenario en una historia donde el gran Damaso –sin tilde- escribió muchas de las páginas más bonitas de carrera. La que rinde perpetuo homenaje a su grandeza gracias a ese bronce que brilla con orgullo al lado de la puerta grande. Dentro de unos días cuando suene timbales y clarines para dar paso al primer paseíllo de Albacete y su barrera esté vacía caerán lágrimas de emoción por las mejillas de todos, porque el gran Damaso se ha ido con su temple a los cielos donde esta mañana tras recibir el abrazo de San Pedro han sonado las notas del Gato Montes tras ser alzado en hombros para recibir la bienvenida en la eternidad.

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

24 comentarios en “¡Huérfanos de tu temple!

  1. Sabía Paco,de tu relación con Dámaso.Está siendo un año duro para el toreo.En fín. Tambien me consta de la gran relación que tenía con Robles. Sin aspavientos ni gestos recios,torero callado,con cierto misticismo, no le gustaba que le ganaran la pelea.Salía siempre s por todas,aunque no lo exteriorizaba. Mi pesame a su familia y amigos,entre los que te encontrabas Paco.

  2. Mi más sentido pésame para toda su familia,si puedes Paco hazselo saber a su esposa, sabiendo la buena amistad que les unía con Julio, D.E.P

  3. A mi este torero me gustaba mucho como toreaba , fue un gran torero, me acuerdo que hace muchos años, perdono a un toro porque hizo buena faena y el toro fue manso con el la verdad, no se si me equivoco Juanan que entiendes mucho de toros.

  4. Fue mucho más grande de lo que la critica le trató.
    Tubo que retirarse para que se le reconociera su valía.
    Descanse en Paz.

  5. Se ha ido un gran torero… Pero sobre todo una persona maravillosa… Un gran amigo con un fondo lleno de bondad… Siempre te recordaré…..

  6. Fuente de sabiduría dentro y fuera de la plaza. El caudal de una fuente tan grande jamás dejará de fluir. Gracias por tanto Dàmaso!!!

Responder a Roberto Benitez Alvarez Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *