Hay miradas que hablan y despiertan sentimientos. Miradas que son el espejo del alma y el corazón, expresivas y sencillas, con esa infinita definición que alberga la humildad, el tesoro más grande de una persona. El mismo que se refleja a la perfección en esta foto de Damaso (sin acento) y Juan. De dos maestros y sobre todo dos hombres de una dimensión colosal. ¡Qué traerían entre manos o qué recuerdos afloraría de las muchas tardes que compartieron cartel! Es lo menos, lo importante y lo verdadero es la fuerza de la sinceridad, la grandeza de la humildad y el orgullo de dos hombres tan grandes que nacieron para dignificar el toreo. Gloria eterna al gran Damaso; larga vida a Juan Mora para seguir iluminándonos con su torería.