Nacho Moro ya ha colgado el chispeante de luces. Ya quedará en el fondo del armario con tantos recuerdos en una larga vida de torero. Ahora, Nacho Moro ha puesto punto final en Tamames, donde José Mari Martín ‘El Salamanca’, su compañero de tantas tardes y gran amigo le cortó la coleta para abrirle paso a la vida civil.
Se va Nacho Moro y con él se cierra una etapa de banderilleros salmantinos de mayor romanticismo y menos mercantilizada que la actual, con gente de la talla de Pallín, el mencionado Salamanca, Rubén de Dios, Cándido Santos… Ha sido el último en decir adiós, aunque hace unos días se marchó en silencio y sin ningún ruido el villarinense José Miguel Flores, destacado hombres de plata en las dos últimas décadas y que fue persona de máxima confianza de Javier Valverde.
Con Nacho queda la historia de un hombre singular y de enorme corazón. De un rebelde. De quien llegó a la Fiesta por la admiración que le guardaba a su paisano Ricardo Sánchez Marcos cuando fue novillero de postín. Y desde entonces vino una travesía de novillero donde le recuerdo sus formas tan toreras en Villavieja, en Vitigudino o su presentación en Madrid con una del Puerto de San Lorenzo y esa tarde, el maestro Manolo Escudero –el del capote del oro- quedó tan encantado con él que durante un mes proclamó allá donde estuvo “ese medio calvo del pueblo del Viti es el que mejor ha hecho el toreo este verano en Madrid”. Tras ello llegó la alternativa, un veintidós de septiembre en Salamanca, con si fiel Sánchez Marcos de padrino y Emilio Charro de testigo. Fue su felicidad de ser matador de toros y casi su final, porque pronto se hizo banderillero.
Atrás quedaban momentos de ilusión, de lucha y también un revés que ya para siempre lo separó de su Vitigudino natal, fuente de tanto sufrimiento en la llegada de las ferias de agosto para ver si lo anunciaban o no. Aunque la chispa llegó en una novillada que toreó con José Luis Ramos y Raúl Zorita, quienes llegaron bien contratados, mientras que a Nacho, en su ambiente y en su pueblo, además de ser el triunfador apenas le quedó ni para un café. Después cada año lo ‘invitaban’ a torear y a la hora de la verdad la costaba dinero, por lo que Nacho se marchó para siempre de allí. Eso lo melló para sacar la rebeldía que ya nunca lo abandonó y ya no quiso la bandera blanca por más veces que se le propuso para arreglar las diferencias con su pueblo.
Ahora se ha ido y, aunque ya no lo veamos por las plazas, seguirá siendo habitual en las calles de Salamanca, siempre haciendo gala de un corazón generoso quien solamente ha sido malo para él. De buena persona. Con su concepto tan puro del toreo y de la fiel amistad de quien se acercó a él con naturalidad.
Por eso desde aquí deseo larga vida a Nacho Moro, torero y amigo.
NOTA: LAS FOTOS SON DEL AMIGO LUIS FALCON
Enhorabuena Nacho. Torero
Un hombre bueno, casi nada con el panorama que tenemos
Suerte Nacho
DONDE MAS ACIERTAS ES QUE HA SIDO MALO PARA ÉL.