Querido Juan Carlos: Ahora que las primeras lluvias alivian la sed de los campos y el esplendor del otoño te espera para cantar la magia de los colores en esta estación de los poetas, tus amigos seguimos poniendo una vela para desear que obre el milagro de la vida.
Cada mañana nos abrazamos con fuerza para desear que esta pesadilla acabe pronto y volver a tomar la batuta que hagan sonar las notas del mejor periodismo. Que tú ahí eres el mejor, el de mas mano izquierda y el que más sabe templar las cuerdas para sacar el brillo de quien está a tu lado. Ojalá ya mismo estés ahí de nuevo ahí, en tu sitio, donde siempre has sido el mismo y te lo digo con criterio propio porque hace muchos años que conocemos, además de ser casi quintos. Muy cerca hemos recorrido los caminos del periodismo y te he admirado tanto que, desde hace tiempos, andaba con ganas de decirte que eras un caballero, aunque tú mirases para otro lado porque eres un tío sencillo y con humildad, alejado de las lisonjas. Rara ausencia en estos tiempos dentro de una profesión tan cainita, con abundancia de fantasmas, exceso de ego y marcada exclusivamente por el interés. Tú que has vivido el calor del triunfo y en infinidad de ocasiones has volado alto nunca perdiste el saber estar, ni fanfarroneaste cuando pudiste hacerlo, ni miraste por encima a nadie, porque eres un tío cabal y realista sabedor que el periodismo es un veneno que llevamos dentro unos soñadores donde en solo unas horas podemos pasar de la gloria al olvido.
Ahora, que también la temporada taurina ha bajado el telón, tu sigues luchando desde la soledad de una UCI con el cuerpo clavado de banderillas para aferrarte a la vida con tu sangre brava. De un luchador aferrado a sus orígenes, orgulloso de su Cantalpino –del que este verano pregonaste sus fiestas junto a los compadres de tu quinta en el particular homenaje de ver asomar al medio siglo-. Y es que esta vida es para gente de tus ideales, para valientes y nobles, humildes y trabajadores, para quien cultiva la amistad y nos enamora con la belleza de tu poesía. Por eso, ahora que ya asoma noviembre en los horizontes –ese dichoso mes que empieza por Los Santos y finaliza por San Andrés- y llegarán los primeros hielos por San Martín solo estoy deseando volver a verte para decirte que eres un tío grande y poder brindar con un buen vino tu vuelta a la vida.