La Fuente de San Esteban, llora a Juan Diez, al gran Juanito, en su marcha a la eternidad. Embajador e icono de esa localidad, hombre amable, apacible, familiar, de carácter bondadoso y dueño de un inmenso legado, perenne en numerosas obras de arte. Querido amigo que siempre llegó con su palabra amable, futbolero y taurino, hoy mi mejor homenaje para él es rescatar un viejo artículo que le dediqué en agostó de 2009. Hasta siempre. DEP
A Juanito, el escultor le pudo la emoción cuando a la caída de la tarde del martes descubrían la escultura de Paquito Pallarés que lleva la firma de su arte, compartida al alimón por Ignacio Villar, quienes modelaron el barro con la misma pasión con la que se ama a una mujer. Y después fundieron en bronce esa joya que engalana la plaza del Mercado, de La Fuente, la misma que, desde ese momento, se ha convertido en un icono de esa villa y la que va a convertirse en el lugar más fotografiado.
Esa tarde agosteña, bochornosa, abrió de par en par las puertas de la nostalgia para sacar de su despensa las sensaciones que se vivieron en esa villa en los primeros años 60, coincidiendo con la sorprendente irrupción de Paquito Pallarés como novillero de postín. Entonces, La Fuente vivió ilusionada la triunfal carrera del hijo del señor Ramón ‘El Gallego’ y la señora Elena, que parecía un príncipe vestido de torero.
Por esas razones la peculiar vuelta a casa, con los recuerdos vivos al contemplar su figura fundida en bronce, ha sido un acontecimiento feliz de ese pueblo en mucho tiempo. Porque volvió a nacer la pasión con la que lo aplaudieron sus paisanos en una época en la que vivió una simbiosis que cristalizó para siempre en el corazón de todos los fuenteños, orgullosos de su primer torero.
Hoy, la vuelta es una realidad tras un acto del que se hablará durante muchos años en La Fuente. Dentro de tantos acontecimientos vividos en esa tarde, justo cuando la gente ya buscaba la fresca, queda la emoción de Juan Díez, de Juanito, un escultor de alma noble y corazón bondadoso, con unas manos de oro que han hecho posible el milagro para que Paquito Pallarés regresara a su casa con todos los honores. Juanito, ilustre fuenteño, artista total, de andares vivos y ligeramente encorvados, con el porte elegante y la estampa de un viejo futbolista, o la de escritor decimonónico, pasará a la historia como un maestro de la talla y del modelado capaz de desempolvar el baúl de los recuerdos para devolver a la vida las ilusiones que un día florecieron para orgullo de un pueblo.
Desde estas líneas me descubro ante el arte del gran escultor de La Fuente, el mismo que la otra tarde se emocionó a lágrima viva al descubrir la preciosa escultura de Paquito Pallarés que lleva su firma. Porque entonces seguro que brotó por su pensamiento el recuerdo de su padre, don Antonio, al mismo a quien Paquito brindó el primero novillo que toreó. O el de su hermano Antonio -el histórico practicante-, quien fue una leyenda del Campo Charro y ha dejado tanto poso que tendrán que pasar varias generaciones para el viento del olvido borre su huella.
O seguro que la emoción también fue fruto de tantos momentos de este artistazo, quien con sus manos de oro ha hurgado en una página histórica de un pueblo que ya está en el lugar que se merece.
Cinco años hace tan solo que le conocí, pero desde el principio «cuajé» muy bien con él. Quizá por la cercanía entre familias, o, simplemente por que es persona de darse a la gente, muy pronto noté esa sensación de hablar con alguien, y estar a gusto. A lo mejor Lo ha llevado tan pronto para poner algo de orden , o que haya que restaurar Santos ahí arriba y hace falta uno que sepa.
Gracia Paco por ceder este espacio para expresar el sentimiento a sus familiares en esta despedida.
Descansa en Paz Juanito.
tu amigo: «el de Villavieja»