El proyecto de las minas asesinas de Berkeley se hunde entre el fango de las irregularidades. Pasa el tiempo y sus mentira cada vez son más evidentes, al igual que tantas promesas incumplidas. Berkelet, que se escribe con B, de burrada, de bestialidad… de Bellón (que no de vellón) se ahoga y las distintas Administraciones que tienen licencias y potestad cada vez sospechan más de que todo es un cloaca de intereses y mucho menos sea una industria que vaya a transformar el Campo Charro, sino un proyecto de explotación y especulación que traerá consecuencias malignas durante siglos. Porque si algo está claro es que Berkeley es una empresa pantalla que funciona sin trasparencia.
Acorralada por el desprestigio, Berkeley cada vez tiene más caminos cortados y ya a nadie engaña, aunque el dinero sea siendo goloso para quien lo mira sin escrúpulos, aunque todo hay que decirle ese dinero con el que han comprado tantas voluntades está siendo gafe para muchos. Ahí está el caso –ya mencionado en otros artículos- del Salmantino CF, el equipo de fútbol que iba líder y con una trayectoria intachable hasta que decidió refugiarse en el fango de Berkeley y desde entonces todo es una ruina en su caída en picado. Porque Berkeley, que se escribe con B, de burrada, de bestialidad… de Bellón (que no de vellón) desembarcó en el Campo Charro bajo la bandera de a mentira.
Ahora, con el descrédito y sin la credibilidad de nadie… solo le queda un camino: regresar a Australia.