El torero de Torrejoncillo nos había vuelto a enamorar a los aficionados con la pureza de su interpretación ante el toro de verdad, con su buen hacer en la suerte suprema y ese poso que trae la madurez, así como las ganas para aprovechar la oportunidad después de tantos años de espera en el banquillo de la paciencia. Tiempos donde nadie más que él mismo creía en sus condiciones cuando todos le habían dado la espalda y su nombre no estaba ni en la agenda, ni en la imaginación, de los empresarios.
Salvado de las llamas del olvido en Francia, su temporada era un acontecimiento y una alegría cuando volvía a repetirse la noticia de un nuevo triunfo y casi siempre con ganaderías exigentes, lejos del medio toro y afeitado de las figuras. A nadie escapaba que el definitivo golpe en la mesa estaba a punto de llegar y no era más que esperar. Y fue ayer, miércoles, en Valladolid, en corrida televisada donde dio un señor zambombazo ante la corrida que envió Moisés Fraile desde los campos charros de Tamames. Fue la tarde que puso de acuerdo a todos tras verle cuajar deliciosamente a su segundo toro con capote, muleta y espada. Siempre con temple, con gusto y mucha verdad en su hacer. Además de ser un torero muy natural, lejos de tantas gesticulaciones –que son un atentado a la liturgia del toreo- de triste moda en los últimos años.
De Valladolid y su feria, Emilio de Justo salió lanzado, acaparó todos los titulares de los medios nacionales y su nombre quedó escrito a lo grande en la plaza del Paseo de Zorrilla. Indiscutible triunfador y de testigo toda el mundo taurino que lo siguió a través de la televisión –a pesar de tantas bobadas como dicen los comentaristas-. Sin embargo, como a Adán y Eva, el ‘sistema’ le tendió una manzana. Mejor una golosina envenenada, al ofrecerle la sustitución de esta tarde por Cayetano, en la corrida de Vellosino –escasita y muy sospechosa de cuerna, como no podía ser menos- y al apoderado, como había un buen dinero, aceptó. Otra vez más se equivocó al irse al dinero fácil, en vez de pensar en el futuro que ya lo está viviendo, en la categoría de su torero, en lo gozalón que está y en que ya tiene abierta la puerta de las ferias que se ha ganado con la dignidad del toro de verdad. Por eso era innecesario mezclarse en esa corridita ‘preparada’ para Morante, Manzanares y Cayetano –a quien sustituyó-, en un sitio que no era para él. Porque él ha tenido una dignidad, una vergüenza y una categoría que estaba en las antípodas de la dictadura de las figuras con el torito que lidian en provincias. Y ahí no está el sitio de este torero llamado Emilio de Justo que está escribiendo su nombre con la tinta de la verdad y de la pureza.
Por eso hoy Valladolid -independiente de su resultado artíctico- se ha producido una mancha en la carrera de Emilio de Justo. Ha sido un borrón que no debe volver a producirse para alguien que, como él, viene aireando la bandera de la dignidad, pues no debe volver a mezclarse con los chanchullos de las figuras, cuando su camino está al otro lado del río, en la orilla de la verdad y del toro.
Serías buen apoderado paquito, toda la temporada viendo los carteles de las figuras desde casa. Le ofrecen una sustitución para torear con Morante y lo mejor es decir que no. Si señor
Coincido con Carlos plenamente
El problema es de dignidad y hay que conocer el trasfondo. Y también era conocida la corrida que iba, sin trapío y afeitada. Otra cosa es que fuera una corrida digna. Él sale de Valladolid a lo grande y para ir a una sustitución debe ser con unas garantías. Lo de hoy le ha hecho daño. Pronto un buen apoderado aceptaba lo de hoy, que ha sido una golosina envenenada. No olvides que la Fiesta se va, como el agua de un cesto y es en parte por los abusos de las figuras. Y ahí, De Justo, que se ha ganado su sitio con dignidad y delante del toro, jamás debió prestarse.