El currículum de Juan José Rodríguez Martín ha quedado marcado por los gloriosos años que fue presidente de la Monumental del Barcelona. Entonces protagonizó una página memorable gracias a su criterio y buen hacer para que la Fiesta fuera un ejemplo de pasión e integridad. Eran tiempos aún que la capital catalana vivía los toros con pasión a pesar que los políticos ya preparaban la soga para ahorcar la Fiesta en esa Comunidad. Entonces Juan José Rodríguez, ‘Juanjo’, que compartió palco con el comisario Antonio Carrafa desde su relevante puesto de autoridad velo por el buen orden para que el espectáculo estuviera marcado por la verdad. Y sin temblar el pulso ante las exigencias de las figuras, algo que demostró al ser capaz de suspender una corrida con el cartel de ‘no hay billetes’ y tres máximas figuras de esa época. Pero había algo sucio en la manipulación de los toros y a Juanjo no le tembló la mano. ¡Casi igual que la mayoría de los presidentes!
Junto a la brisa del Mediterráneo, el nombre del policía Juan José Rodríguez ‘Juanjo’, se hizo con un sello de identidad entre los aficionados y, gracias a él, la Monumental mantuvo su máximo prestigio. Porque al frente estaba un hombre que amaba la verdad del toreo y la Tauromaquia con toda su dimensión. Así hasta que un día la morriña llamó a su puerta y regresó a Salamanca, previo paso por la jefatura de la comisaria de Plasencia. En Salamanca desembarcó feliz con su gran historial atesorado en el cuerpo policial y el prestigio al frente de la plaza catalana. Lo hizo con la felicidad y responsabilidad para ocupar cargos importantes en la comisaria charra, pero sin embargo pronto fue víctima de la envidia después de que el equipo presidencial de la capital del Tormes viera en él un ‘peligro’. Eran los tiempos de Alberto Gallego y sus acólitos, quienes trataron de ningunear a quien había dado tanto ejemplo.
Ellos, que fueron tan fáciles con las figuras y estuvieron al servicio de la respectiva empresa (¡había un presidente que devolvía toros en el momento que uno de los empresario se arrascaba la cabeza!), les quitó el sueño este inspector jefe natural del pequeño pueblo de Bocacara que colgaba tantos laureles en la lucha contra ETA, contra el narcotráfico y el crimen organizado, además del respeto que se ganó en su cargo de presidente de la Monumental, algo que nunca iban a poder quitarle Gallego y sus muchachos. Por eso fue un grano que les salió en su camino, sin embargo Juanjo ante ese panorama tan sucio pasó y evitó que su nombre se mezclase con esa chusma.
Y esta tierra lo perdió. Porque él era la persona ideal para darle a La Glorieta de Salamanca la seriedad que siempre le faltó, pero las sucias envidias de la mediocridad se encargaron de zancadillear sus pasos, algo que Juanjo llevó con señorío, aunque nunca pudo imaginar que en su tierra hubiera tanto caciqueo al servicio de la empresa. Hoy mientras disfruta de la segunda actividad queda su recuerdo de excepcional presidente y de un hombre que siempre miró para que la Fiesta jamás perdiera su grandeza. Por esa razón al llegar febrero y asomar el Carnaval siempre es un honor ver que deja a un lado su ocio para subir al palco y presidir los festejos taurinos de Ciudad Rodrigo, en la que escribe nuevos pasos de su andadura como un presidente que hizo grande a la Fiesta.
Que pena, que la aficion CHARRA ,no entre al trapo…..en esta cronica de actualidad, que nos brindas PACO.Que razon tienes dale caña……