¿Solamente se denuncia en Huesca?

Hace varias semanas saltó la noticia de la fuerte sanción propuesta para la ganadería de Vellosino por afeitar una corrida en Huesca, como no podía ser de menos, con Ponce y El Juli en el cartel. Se ha escrito mucho sobre ello y, especialmente, en las redes sociales ha proliferado los debates. Sin embargo, una vez conocida la sanción y el clamor levantado contra esa ganadería en la última temporada quedan un montón de preguntas en el aire.

Cualquiera que tiene un poco de conocimiento es consciente de lo mucho que se está afeitando en los últimos años, donde el serrucho trabaja a destajo y los muecos no paran. La prueba está que se presencian desde verdaderas chapuzas, hasta la ya asumida bola que se practica en la plaza de Madrid, para quitarle el veneno al pitón. Pero lo más triste es que ya se da por asimilado todo lo que ocurre y, con el agravante, de ver a la una parte de la prensa callada y sin denunciar algo que mata la seriedad del espectáculo. Y desde luego la integridad que debe velar una corrida de toros, que es un acontecimiento marcado por unos valores que jamás de los jamases se deben prostituir.

Y que nadie se confunda. Uno sabe el tipo de toro de cada plaza, el que demanda su afición acorde con peso y trapío. Nadie quiere galafates en una plaza de tercera. Ni el toro de Pamplona en Valencia; ni el de Bilbao, en Sevilla; o el de Madrid en Murcia. Pero lo que tampoco es inconcebible la falta de seriedad en muchas corridas, desde ferias hasta pueblos, donde se lidian con pitones, literalmente, echando sangre, masacrados sin decoro alguno y que tanto daño han hecho al prestigio de la Fiesta. Sin ir más lejos, aparte de Huesca, ahora en la pomada por la denuncia, la pasada temporada hemos denunciado varios festejos que han sido una patada al respeto de la Tauromaquia. Sin ir más lejos aquella corrida de Guijuelo, también de Vellosino, con El Juli en el cartel. Otra de Tomelloso, más de mismo. Y otro montón repartidas por diferentes lugares que no han servido más que para echarle sal a las heridas de la Fiesta.

Por eso sorprende que solamente se denuncie a una ganadería, la de Vellosino. A lo mejor lo hacen para justificarse por haber estado durante todo el verano ha estado en la diana de las discordias, en cierta manera de forma justa por la insultante presentación de pitones cuando se anunciaban figuras frente a ella. Por esa razón, ante el escándalo, surgen muchas preguntas. ¿Qué razones se esgrimen para no enviar a hacerle las pruebas biométricas las astas de todas las corridas sospechosas? (Aunque en este punto entiendo que si ahora mismo lo hacen tienen que aumentan personal y ampliar instalaciones) ¿Por qué razón se no se analizaron los pitones de otras muchas plazas que fueron una vergüenza? ¿Por qué se ha tapado el escándalo de Guijuelo con una primera llamada El Juli prostituyendo una Fiesta que lo ha hecho rico? Y si digo El Juli me refiero igual al resto de las llamadas figuras que han abusado del toro perdiendo el respeto del aficionado.

Por otro lado referente a la sanción también hay tela cortar. Seguro que Vellosino hizo la ganadería para estar en las ferias y entonces si las figuras le exigen afeitar y el ganadero no traga, adiós, que se los come con patatas o en chuletón, pero se los come. Si traga está en la onda de las figuras que le exigen despuntar los pitones y en este caso, ¿quién debe pagar la sanción? Bajo de vista debería ser solidaria entre las partes. Es decir la de polémica Huesca pagarla a partes iguales el ganadero que se baja los pantalones para que le afeiten y otra parte a cargo de Ponce y El Juli. Porque hasta ahora las figuras han exigido pero jamás le ocurrió nada. Si los hacen cómplices de ellos –que son causantes al llegar por su exigencia- otro gallo empezará a cantar si le tocan la cartera.

Y es que hay que frenar de una vez tantos abusos para dejar de echar a los aficionados de las plazas. Porque una corrida de toros es algo muy serio y cuando se programa debe tener todos los condicionantes de rigor, de categoría, con más compromiso y seriedad de todas las partes implicadas.

 

 

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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