ARTÍCULO ESCRITO POR JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ
En primer lugar procede una aclaración: Er Guajo es como llamaban algunos en Sevilla a Juan José Gutiérrez Mora. Pues este escrito va de esa lucha constante entre Er Guajo y Juan Mora, que aunque lo parezca no son lo mismo.
Mi sobrino Daniel cumplió cinco años el día después de ver a Juan Mora torear en directo por primera vez. Ocurrió hace unas jornadas en Cáceres. Pues resulta que a Daniel le contaba desde que tenía tres años cosas de Er Guajo y cosas de Juan Mora, y para practicar la diferenciación le enseñaba una foto de Juan José Gutiérrez Mora de paisano y otra de Juan Mora vestido de luces, ante la primera decía; ese es Er Guajo, y ante la segunda decía: ese es Juan Mora. Como con esa edad no se comprende la metafísica, le explicaba que Calvera, el bandido de Los 7 magníficos, era un personaje creado por un guionista y representado en la pantalla por un actor llamado Eli Wallach. Es decir Eli Wallach daba vida a Calvera, por consiguiente Eli Wallach lo sabía todo acerca de Calvera, pero Calvera no tenía ni idea de quién era Eli Wallach, entre otras cosas porque Calvera moría en el siglo XIX de un disparo y Eli Wallach nacía en el siglo XX. Y para liarlo más todavía, le decía que Er Guajo lo sabe todo acerca de Juan Mora, pero Juan Mora no sabe quién es Er Guajo. Imagínense el lío que le formaba al niño.
La explicación me parece más sencilla de lo que aparenta, Er Guajo es una persona y Juan Mora es un profesional. Y cuando le preguntan a Er Guajo cosas sobre lo que Juan Mora hizo en el ruedo con un toro se le puede hacer difícil de explicar, pero lo consigue; aunque si le preguntan a Juan Mora por Er Guajo, se quedará en silencio. Juan Mora es público, Er Guajo es privado.
En la bellísima película Tierras de penumbra, el personaje que interpreta Anthony Hopkins le dice al personaje que interpreta Debra Winger que lo único que desea es que lo dejen en paz, entonces ella le responde: ¿Y por eso escribes libros tan hermosos? Ella, que se llama Joy Gresham en la película, no lo entiende hasta el final, cuando la felicidad de entonces pasa a formar parte del dolor de hoy. Porque el escritor era, ya que existió en la vida real, Clive S. Lewis, pero la persona era Jack Lewis.
El día 2 de junio en la plaza de toros de Cáceres, se produjo el hecho insólito, el prodigioso milagro, de encontrar a Juan Mora y a Er Guajo, ambos de luces, el primero dando una lección de profesionalidad en el ruedo, el segundo dando una lección de humanidad en el tendido. Juan Mora no recuerda lo que hizo Er Guajo en el tendido, Er Guajo recuerda perfectamente lo que hizo Juan Mora en el ruedo. Y lo que hizo Juan Mora fue recordarnos, en clave de susurros, que las películas en blanco y negro siguen teniendo vigencia, que lo clásico vuelve, de cuando en cuando, a ponerse de moda. Y Er Guajo sabe que aquello tiene la importancia de una obra representada más allá de los actores. Porque Er Guajo no es vanidoso. Porque lo que transcendió y pasó a la historia fue “Lo que el viento se llevó”, independientemente de la soberana actuación de Clark Gable. Porque Er Guajo huye de jactancias y tiene los pies en el suelo. Porque Er Guajo sabe que Clark Gable se encontró con un guión y un personaje que le permitió expresar su arte y su talento. Y aquí es de justicia dar el sitio que merecen a Moisés, Moisés, Pilar y Pilar, que contribuyeron a que un tratamiento o argumento se convirtiese en un guión estructurado y sólido. Pero el guión no era para Er Guajo, era para Juan Mora.
Querido hermano del alma (en su extensa familia y en mi extensa familia dicen que parecemos gemelos), perdona por lo que voy a revelar, le he dado muchas vueltas y he llegado a la conclusión de que esto lo debemos compartir con esa cantidad de gente que no quiere esta vida inodora, incolora e insípida (Boadella dicit), e insensible. Esos, que como nos pasa a nosotros, se encuentran incómodos en este hostil siglo XXI de la globalización. Nosotros nos hemos convertido en grandes expertos en miradas y silencios, en grandes celosos de nuestra intimidad, lo nuestro es nuestro, pero es una obligación poner en conocimiento algo que no debe pasar desapercibido. Yo no pude ver aquel momento de intimidad con Antonio Ferrera en el tendido porque desde mi posición era imposible, intimidad en medio de una multitud. Mirada y silencio. Aquello fue un grito silencioso, un mensaje inmenso de humanidad, amistad, solidaridad y lealtad. Voy a reproducir el correo electrónico que te envié. Lo tengo que hacer.
Ayer no te pude llamar. Lo que sucedió fue que busqué en Castilla La Mancha Tv. por si tenían colgada la corrida de Cáceres. La vi, bueno no entera porque al llegar al capítulo en el que te sientas junto a Ferrera, me quedé bloqueado, ya no pude hacer nada en el resto del día. Ya no quiero más muletazos ni capotazos, ni puertas grandes ni pequeñas, para mí ha sido la gran lección de vida de mi vida (y valga la redundancia). Todo lo que un ser humano pueda expresar a lo largo de su vida queda en esa mirada, todo lo que hemos aprendido de los nuestros se resume en una mirada, en un gesto, todo queda dicho, encierra muchos mensajes, se pueden resumir en dos: te comprendo y aquí me tienes, hagas lo que hagas. Este juego de la vida consiste en amar y en ser amado, por tanto, intenta seguir amando porque eres amado, todavía te queda mucho que amar y mucho que ser amado. Eso es lo que pienso y lo que percibo en esa mirada. Por mi parte, yo ya no tengo derecho a pedir más, ya lo he visto todo en diez segundos. Diez segundos que valen una vida.
Er Guajo sigue en una constante lucha con Juan Mora. Pero eso son cosas suyas, dejémoslos, respetemos su intimidad. Se lo han ganado.
JAMA
Precioso artículo
Plasencia, 15 de Junio: Juan Mora por Emilio de Justo?
A lo mejor, nadie es profeta en su tierra…
Juan Mora es un grandísimo matador de toros. Pero nunca un director de lidia puede abandonar el ruedo. Todos queremos a Antonio pero no estoy de acuerdo.