San Isidro dice adiós y ahora nos quedan un montón de lecturas para estos días venideros. Serán lecturas de conclusiones y de momentos en un ciclo que, contra todo pronóstico inicial, ha tenido agradables sorpresas. Saboreando aún la exquisita y pura faena de Paco Ureña en la tarde sabadeña de los victorianosdelrio, junto a la seria y contundente actuación de López Chaves frente a un cuadri, donde dio la dimensión de su madurez y de su poso y convirtiéndolo en otro atractivo de la temporada, hay otro momento que no quiero dejar en el tintero y aunque hayan pasado unos días me apetece mucho escribir de él. Es el adiós al campo bravo de una figura de los ganaderos, de don Fernando Cuadri, un hombre de bien y excelente criador, frente al que me descubro y que ahora cuelga los atributos para dar paso a una nueva generación. Se va, pero queda su riquísimo legado y, más importante aún, su humanidad. Fue la pena que esa última tarde, el encierro que mandó desde sus campos onubenses fue tan malo cuando esa ocasión era digna merecedora de una alegría. Pero lo que nadie va a quitar a don Fernando es tantas explosiones de emoción como han llevado sus toros a las arenas de las Ventas. Ahí están Clavellino, Poleo, Fogonero… que se hicieron acreedores de un azulejo en el patio del arrastre.
De Fernando Cuadri siempre nos quedará el legado de una gran señor. Del caballero del campo bravo español. De un hombre que se viste por los pies y siempre ha sabido estar, en los grandes momentos que ha vivido y en los adversos que ha tenido. En un personaje carismático que pasea por su Trigueros natal y es una personalidad queridas por todo el pueblo, desde el más rico al más pobre. Por todo goza del afecto y para esas gentes los cuadris son algo propio, en parte por la bonhomía de este Fernando Cuadri Vides que el jueves se cortó la coleta. Pero algo que jamás se cortará será ese señorío que desprende, su rica conversación, su saber estar, el trato que dispensa a quien se acerca a él, la gratitud a quien le ayudó.
Por tantas cosas buenas y con emoción escribo estas líneas dedicadas a este hombre de bien que deja paso a otra generación para vivir el retiro de la primera línea, aunque en nuestros mejores recuerdos –y los de tantas gentes- siempre estará su persona, porque es un señor y un ganadero de tronío.
Larga vida a don Fernando.