Adiós a La Mara, reina del Barrio Chino

En el ecuador de la década de los 50, Salamanca era una ciudad universitaria, con el prestigio de su viejo Estudio latiendo en el corazón de la cultura de España e Hispanoamérica. De economía especialmente ganadera, con la cuernocracia –así definió don Miguel de Unamuno tres décadas antes a los criadores de toros bravos, que entonces era una influyente clase social- y con muchos curas por las calles, porque la mayoría de las órdenes religiosas fundaron colegios y seminarios diseminados en inmensos edificios levantados en las afueras de la ciudad; también era una importante plaza militar, con dos grandes cuarteles y la Base Aérea de Matacán. Tiempo aún difíciles, de mucha emigración a los polos industriales que empezaban a acoger mano de obra tras lo duros años de la Guerra Civil y la inmediata postguerra. En aquella sociedad, la alegría la traían los mineros del wolframio que llegaban a la ciudad, procedentes de Barruecopardo, Los Santos, Navasfrías… con la cartera llena de billetes, acorde con unas ganas insaciables de vicio. Eran la alegría de aquella oscura Salamanca de sotanas, uniformes y capas que lucían los señoritos, donde la juerga se vivía en su Barrio Chino.

En medio de aquel escenario, un buen día apareció una preciosa muchacha, entreverada de gitana y mora llamada Dolores Campos y a quien todos llamaron La Mara. Morena, de preciosas facciones, un cuerpo esplendoroso y acento andaluz, porque había nacido en Tánger, en tiempos del Protectorado y criada en Málaga, enseguida de se hizo la reina del Barrio Chino, a quien la reina anterior –Margot- cedía su trono y ya desde entonces fueron íntimas. Exactamente durante los años que vivió Margot, quien le presentó a un montón de artistas y a quien acompañó a las tardes de toros en septiembre, ocupando ambas una barrera del ‘6’, donde La Mara era observada por tantos ojos de hombres golosones y con desdén de no pocas mujeres. Un día de principios de los 80, murió Margot en la soledad del Hospital Provincial y Mara sufrió el duro revés de ver cómo se iba quien para ella era una madre, guardando luto durante un año y sin faltar ni un día a misa con la correspondiente comunión incluida, además de no volver jamás a ocupar su barrera de La Glorieta. Y eso que tantos amigos toreros le hacían llegar entradas cuando venía a torear a la feria de septiembre.

                                                Con su gran amiga Lola Flores

         Con Paco Rabal vivió un largo romance y se quisieron hasta el final de sus días

La Mara era la reina Barrio Chino y una institución en aquella Salamanca juerguista y regalona que vivía aun bajo el paraguas del nacional catolicismo. Para nadie pasaba inadvertida y si bien su gran escenario estaba en su casa de aquella barriada donde florecía la lujuria en el mismo corazón de Peñuelas de San Blas, sin dejar a nadie indiferente en sus paseos por la ciudad. O en las conversaciones, porque desde los altos despachos, hasta los sectores más humildes se soñaba con ella. Y de ahí, Dolores Campos sumó una alta lista de amantes, desde toreros de postín, militares de alta graduación, personajes de la aristocracia, actores o gente de la farándula, junto a empresarios o ganaderos de la cuernacracia charra no escaparon a sus encantos y vivieron a su lado romances, muchos de los cuales Mara se llevó a la tumba; otros estuvieron más en boca de la gente, como el hijo que tuvo con un conocido hombre del mundo taurino. A la par también fue protectora de gitanillos y de familias con escasos recursos a quienes ayudó para que nunca faltase en su mesa un trozo de pan. Porque esa reinona, de deslumbrante belleza, de infancia tan difícil, era todo corazón.

                 Durante muchos años ocupó una barrera del ‘6’, junto a su fiel Margot

Marcó una época en Salamanca y la disfrutó plenamente, porque gracias a sus romances viajó y conoció mundo. Fue íntima de Lola Flores, de Manolo Escobar y de Paco Rabal, con quien mantuvo un idilio durante años. Después regresaba a su querido Barrio Chino, para sentarse en el trono y desde allí ser una mujer tan carismática, querida para tantos y odiada por tantas, mitad por envidia ante sus irresistibles encantos y otras por esos maridos que suspiraban por ella.

Después, el llegar la decadencia del Barrio Chino y cuando ella también pedía descanso para su jotero cuerpo, ya con el riñón bien cubierto de saber aprovechar los momentos, buscó la paz e instaló un precioso pub en la plaza de San Justo al que bautizó con el nombre de Bostón y que todas las noches se llenaba de clientela fiel, entre ellos veteranos periodistas, viejos banderilleros, amigos de siempre o añorantes de aquella Mara que fue dueña de una época.

Ahora, Dolores Campos La Mara se ha ido en silencio, sin ruido, con la única compañía de sus hijos y un sector de íntimos. Se fue al encuentro de su querida y entrañable Margot, a quien guardó luto durante un año, yendo a la primera misa de la mañana –en ocasiones de empalmada tras cerrar su casa de lujuria-, sin faltar a la comunión. Porque Mara, ante todo, fue una señora de enorme corazón e infinita generosidad con los amigos que se acercaron a ella sin dobleces. DEP

 

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

20 comentarios en “Adiós a La Mara, reina del Barrio Chino

  1. A mi amigo cañamero me queria mucho hace 44 años cuando yo estaba en la Aldehuela yo era el chofer por las noches de Luis fraile ,de Don Javier Perez Tabernero Angel Casado y algunos mas, y en su Bar de la plaza de San Justo ,pasamos buenos ratos y yo era su niño no consentia que nadie se metiera conmigo

  2. Entrañable reseña; mujer de casta, de esas que ya no quedan. Un olé por esas mujeres que se ponían el mundo por montera. Gracias Paco.

  3. Ma ha encantado la historia. Ahora entiendo porqué no nos dejaban pasar por allí a mis amigas y a mí cuando éramos pequeñas, jajaja.
    No fueran a estar nuestros padres.
    Precioso artículo.

  4. Muy bueno tu articulo sobre Mara… Recuerdo cuando llegaban las fiestas siempre iban Michelin y el pintor Gonzalez Marcos…, que tiempos Dios. Tu no habías nacido.

  5. Margot fue quien tuvo al amparo a Farina de crío segun oi una vez a un viejico que iba a vender mulas esos años a Salamanca y escuche que era por ella o por Mara la canción » la sombra de Amara «

  6. Esa dama hizo furor….a mi me la presentó Pedro Mari cuando escribio la biografia de Farina….tiene que tener bastante documentacion…
    Tuvo fama de ser muy generosa….

  7. Es cierto, una gran mujer y una buena persona, trabajé para ella en el Boston y ella , su madre y sus hijos R. y M. conmigo se portaron siempre bien y de manera generosa. DEP

  8. Viví parte de mi juventud muy cerca de dolores o Mara cómo la llamábamos en el Boston conocí a grandes amigos y amantes que aún conservo,para mí mara fue libertad transicion, una gran mujer a la que siempre tendré en mi corazón

  9. Qué grande Mara! Viví parte de mi juventud junto a ella y a su hijo, en el Boston, siendo yo una cría y recuerdo cuánto me cuidaban siempre. Guardo y siempre guardaré un gran cariño a esa familia!!

  10. Recuerdo con mi amiga entrar los sábados al bar de la Mara, el mítico Boston, teníamos 16 o 17 años, nos tomábamos un chupito de almendra amarga y ya no nos dejaba tomar más que refrescos o agua, nos decía que éramos muy pequeñas para una cerveza o un cubata. Desde un rincón de la barra podíamos ver las actuaciones, nos decía… aquí quietas y solo un ratito, recuerdo las fotos de las paredes de gente famosa, actores, cantantes, la decoración, pero sobre todo la recuerdo a ella, su sonrisa y su pelo recogido.

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