Sigue la temporada taurina que, estos días del ferragosto, alcanza su esplendor, donde por cierto unos de los nombres del año es el de Curro Díaz, de quien sin embargo muy pocos se están dando cuenta de la enorme grandeza que atesora el de Linares. Sin olvidar a Emilio de Justo, torerazo a quien las élites no acaban de darle el sitio merecido. También un Ángel Téllez que estuvo fenomenal en Azpeitia, con una interpretación muy seria y sin concesiones que debe auparlo a las ferias. También la realidad de Paco Ureña y su pureza al servicio del arte del toreo, al igual que la naturalidad de Pablo Aguado, aunque haya tantos tratando de echarle la zancadilla y el calle los rumores al destapar el baúl de su inmensa torería, como ocurrió días pasados en Huelva. Y es que este tipo de toreros, ejemplo de Pablo Aguado, no son orejas, son de momentos, de aroma, de personalidad. Porque a fin de cuantas el toreo es un arte y como tal debe primar la calidad, jamás la cantidad y la estadística, que eso es para el fútbol y los goles.
Sin embargo, en este sábado agosteño que todo el mundo se felicita por la vuelta de los toros a Palma, isla que allá por los años sesenta acogía más de veinte corridas cada temporada, hay un hecho que me produce una inmensa tristeza. Se trata de la gestión de Las Ventas, independientemente que al final la feria de San Isidro fuera un éxito, que continúa con muchos frentes abiertos y demasiadas cojeras por esa Plaza1 que sigue haciendo aguas y con ella deja a la deriva el futuro de la Fiesta en la capital.
Casi tres años después desde que el ‘experimento’ de Simón Casas aterrizase en Madrid hay una cosa clara. Y es que la Comunidad de Madrid debe buscar ya la gestión directa con la figura de un gerente asalariado que esté al frente de un equipo de profesionales para que esa plaza siga siendo el gran referente de la temporada. No se es recibo que lleve ya dos veranos con sus puertas cerradas los domingos y por tanto privando de oportunidades a los toreros que necesitan un impulso en su carrera. No olvidemos que de esas corridas de los domingo veraniegos atesoraron una enorme solera y de ellas salieron nombres que fueron destacados toreros. A bote pronto, Paco Ojeda, Ortega Cano y José Luis Palomar tuvieron su pasaporte para las ferias gracias a los éxitos logrados en los domingo de verano durante los primeros años de los 80.
Sin embargo, Plaza1, la actual empresa, ha dado carpetazo cerrando puertas a la necesaria renovación de la Fiesta y colaborando para el actual sota, caballo y rey de siempre los mismos. También privando a Madrid de espectáculos taurinos los domingo de verano, aunque lo más triste de todo es que los colectivos de aficionados, asociaciones profesionales, prensa… hayan callado y hasta ahora no hayan dicho una palabra. Y es que esas corridas no se pueden perder, además entendemos que son deficitarias, pero sus pérdidas deben compensarse con los números tan azules de San Isidro y Otoño.
Roberto Piles recibe la alternativa de manos de Luis Miguel, en Barcelona, con Palomo Linares de testigo. Entonces los ayudó la familia Dominguín.
Mientras tanto, el ajetreo diario no para en los despachos de la plaza madrileña, ahora para cerrar las fechas de Otoño, ese ciclo con tantos encantos que acoge Las Ventas durante las fechas que maduran los membrillos. Y aquí vuelve a salir otra gotera de esta Plaza1 por sus formas con los modestos, con su mal obrar y formas tan pocos elegantes con las que trata el viejo matador francés Roberto Piles a los toreros y novilleros que le piden una oportunidad. Sin tacto, ni clase, con ademanes impropios se dirige a profesionales que luchan en el toreo por buscar su sitio en la vida. Y lo hace quien a finales de los sesenta llegó a España ayudado por los Dominguín y encontró todo tipo de facilidades hasta que él mismo las derrochó. Este Piles, hombre de confianza de Simón Casas ahora es el malo de la película en la empresa, el verdugo que toca ejecutar a quien puede molestar; porque Casas, de quien todo el mundo sabe que no es más que un vendehúmos y ahora vive de la rentas de San Isidro, únicamente habla con las figuras. Mientras tanto la cara amable de esa empresa y quien hace gala de la educación y el saber estar es Rafael García Garrido, de Nautalia, el socio de Simón en su aventura madrileña. Ese Garrido que es la cara amable de la empresa, como José Solís era la sonrisa del régimen en el franquismo.
Y no es uno, ni dos… son muchos los toreros que han encontrado el desprecio y las malas formas en el trato de Roberto Piles y por ahí no se debe pasar. Porque la educación y el buen trato debe primar, aunque claro, estando de órdenes de Simón Casas todo es posible.
Pues claro.Deberìan exigirselo antes de adjudicarle la plaza.Son corridas que crean mucha afición,algunas de estas corridas gustan incluso más que las de San Isidro,sin tanta gente y se consiguen buenas entradas con facilidad.Esta gente hay que exigirle que den corridas,en julio y en agosto,los domingos,claro que sì
A mi personalmente me ha tratado muy bien. Con un Novillero que lleva 2 novilladas en su vida y va el 25 con la de Saltillo. Es Francisco Montero.
Qué mal mirar tiene este tío…
Hay de todo… Como en botica. Unos hablan muy bien de él, y otros no… La vida misma…
Seguramente como siempre ; creeis que los escucharà ? Si le llevan vino seguro que si ……… ; ahi lo dejo