Tamames, un pueblo de sabor taurino

Desde hace más de un cuarto de siglo, el nombre de Tamames está escrito en los más postineros carteles de feria, gracias a las ganaderías de El Puerto de San Lorenzo y El Pilar, asentadas en la finca El Puerto de la Calderilla –cerca de Tamames, aunque en el término municipal de Tejeda, para que no se me enfaden los de este pueblo- y donde acuden las más afamadas figuras a sus tentaderos. El Puerto de San Lorenzo y El Pilar son, además de emblemas ganaderos charros, dos símbolos de Tamames.

Más allá de estas divisas de tronío, a uno le hablan de Tamames y únicamente siente alegría. Orgullo de un magnífico pueblo que antiguamente tenía el eslogan de antesala de sierra, famoso por sus alfarería y del que uno  guarda infinidad de recuerdos. De allí son las mejores fiesta de todo el Campo Charro, sus gentes hacen gala de la campechanía, goza reconocida fama por sus manjares gastronómicos… y tantas otras cosas, todas buenas. Pero encima de todo de infinidad de tardes de toros que se ha disfrutado de las fiestas del Santo Cristo del Amparo. Ya con la acaricia otoñal.

El novillero Carlos Navarro, que fue la última gran ilusión torera de Tamames

La Tauromaquia en Tamames siempre ha estado muy presente y fruto de ello es la nómina de grandísimos aficionados de su censo. Fruto de ello es este recuerdo ocurrido hace ya años que cuando en el ecuador del verano le pregunté a don Juan, su célebre cura que estuvo varias décadas al frente de la parroquia, quien toreaba ese año. Don Juan –realmente se llamaba don Juan Luis Robles y fallecido hace ya unos años- me contestó, “aún no se sabe, pero vendrán como siempre grandes toreros, porque es más fácil que falte la misa en Roma que los toros en Tamames”.

Todo un personaje aquel don Juan que llevo a galas sus aficiones taurinas y futbolera, en esta última muy presente su amor por el Atlético de Madrid, del que sentía tanto pasión que cuando se alzó con el título de la Liga 1976/77, en plena euforia, mandó tocar las campanas como si fuera el día de fiesta mayor. En otra ocasión, al coincidir la misa dominical con el 19 de agosto, festividad del Santo Luis, en la homilía se dejó llevar por lo sentimientos colchoneros y dijo “¡por nuestro Santo Luis Aragonés!”, ante unos parroquianos que no daban crédito a esas palabras y se lo tomaron con el buen humor que requería la ocasión. Sin duda, una leyenda aquel don Juan, que fue un gran taurino y amigo de la mayoría de los toreros charros.

Imagen del paseíllo de un festival celebrado en Tamames con toreros charros

Ahora, la villa de Tamames vuelve a la pomada gracias a un libro que rescata el legado su riquísima historia taurina y ha sido escrito por Dionisio Montero Vicente, el célebre Nisio, lujo de aficionados y que siempre vive enarbolando con orgullo la bandera de la Tauromaquia. Nisio es un pucherero de cuna y donde clava sus raíces familiares, que de niño, como tantos otros, emigró a la prosperidad de Gijón y allí ya hizo su vida, aunque siempre soñando que con su querido Tamames y su Salamanca del alma. Nisio, que de joven fue un magnífico futbolista y estuvo a punto de alcanzar la elite en aquel lujazo de Sponting de los Quini, Joaquín, Castro, Uría , Jiménez, Mesa, Cundi…,  siempre ha llevado a gala su pasión taurina. Mas aún desde que colgó las botas y se entregó apasionadamente a este arte, donde ha sido una de las personas que más ha defendido la Tauromaquia en Asturias. Hasta el punto de tratar de resucitar aquellos festivales marineros de Candás y lugar contra la tropelía de los políticos que llegaban con la guadaña para atacar a la Fiesta y él siempre supo estar en el sitio de la defensa del toreo. Y en Gijón, donde en los años difíciles tanto luchó para que la Feria de la Virgen de Begoña recuperase su esplendor y ahora vive un florecimiento gracias, en gran parte a él.

El autor del libro, Dininsio Montero,  desea suerte a Javier Castaño en Las Ventas

Los toros en Tamames guarda numerosa grandeza del toreo y hasta algunas páginas históricas, como el último festival donde tomó parte la leyenda de Antonio Bienvenida, que fue en Tamames en 1975.

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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