Andan los taurinos como perro sin amo ante esta tremenda e inesperada crisis que ha cogido a todos con el paso cambiado. La ruina se ha cebado contra un sector muy debilitado que, desde hace años, pedía a gritos un volantazo en su gestión y se obvió por la estructura conformista y ajena a innovaciones de quienes han manejado los hilos de La Fiesta. Ahora con un futuro incierto, con todo parado y sin saber en qué momento se volverán a abrir las puertas de toriles, la noticia es la sucesiva suspensión de ferias, junto al de empresas vinculadas al toreo obligadas a echar el cierre o cambiar su finalidad.
Sin fecha fija y con todo hipótesis, lo más factible es que a partir del ferragosto, de la Virgen de Agosto, que siempre convirtió a España en un inmenso ruedo, podrán comenzar a abrirse las plazas. Antes será un milagro y de hecho las últimas feria de junio – San Juan de Alicante, Sanjoaninas en Azores…- y primeras de julio ya comienzan a anunciar su aplazamiento y otras lo harán en breve, ejemplo de San Fermín. Sin embargo, en este punto de los aplazamiento, hay que salir al paso, porque son muchas las empresas que las aplazan para los mees septiembre y octubre. Y aquí el sector debe reunirse
Septiembre es un mes de enorme tradición taurina. Desde su inicio por San Antolín en Palencia, hasta las últimas ferias de novilladas, acoge ciclos de la importancia de Valladolid, Albacete, Murcia, Salamanca, Logroño, Dax, Sevilla (San Miguel)… Y es bajo la estructura se septiembre, muchas empresarios quieren dejar sus ferias para entonces, ¡sean consecuentes! El toreo ahora no está para jugar, tampoco para hacer experimentos, porque además este año cuando vuelvan a abrirse las puertas de chiqueros se añade el problema del público y el temor a las masificaciones.
Por lo tanto mesura y sin prisas, porque las plazas hay que abrirlas para seguir sembrando y más ahora donde en estas besanas hay tanta grama que eliminar. La solución no es llenar el calendario de septiembre de ferias taurinas, porque entonces en el rancho del toreo no hay ración para todos. La solución es hacer las cosas bien, con criterio y objetividad. Porque a la Fiesta ahora hay que cuidarla más que nunca después de esta crisis que ha cogido a todos con el paso cambiado y a los taurinos los ha dejado como perro sin amo.