Cuando Madrid tuvo otra Feria de San Isidro

Mientras se calientan motores para la llegada de las primeras ferias (aunque Castellón ya ha abierto su telón) es aun momento de recordar grandezas de la Fiesta. Y hoy lo haremos con el denominado San Isidro Paralelo que, en mayo de 1968, puso el cartel de no hay billetes en la vieja Chata al reclamo De Santiago Martín El Viti, que ese año no toreó en Las Ventas al no alcanzar un acuerdo con la empresa de Madrid.

Publicidad de S. M. ‘El Viti’, en el desaparecido semana El Ruedo del llamado San Isidro Paralelo

Torear en Madrid, con la responsabilidad que exige, no era fácil y nunca lo fue. Cada año era diferente y junto a las novedades que llegaban arreando había que lidiar el siempre difícil toro de los despachos. Fue el ejemplo de aquel San Isidro de 1968, cuando la empresa de Madrid (que comandaban José María Jardón y Livinio Stuyck) no se entiende con Santiago Martín y queda excluido del ciclo que acoge la plaza de Las Ventas -en la que entonces ya había salido 8 veces en hombros-, lo que aprovechan los hermanos Domingo y Pepe Dominguín para programar en la plaza carabanchelera de Vista Alegre (entonces era de su propiedad) lo que denominaron, con su habilidad y astucia, el San Isidro Paralelo, en el que anuncian a los toreros que quedaron excluidos del de verdad. Del real. Del que se celebra en Las Ventas. 

A Santiago Martín El Viti -que de novillero en esa plaza había logrado éxitos que lo lanzaron- lo anuncian dos tardes de las cuatro que programan, los días doce y diecinueve de mayo. En la primera logra tres orejas y un rabo a los toros de su querido don Manuel Francisco Garzón compartiendo cartel con Gregorio Sánchez y Agapito Sánchez Bejarano, paisano de Colmenar de Montemayor que había surgido con fuerza, gracias a sus buenas condiciones, de la mano de Manolo Escudero. En la segunda corta dos orejas y alterna de nuevo con Gregorio Sánchez y con Ángel Teruel, en esta ocasión frente a reses de Lisardo Sánchez. Aquel llamado San Isidro Paralelo fue un éxito total e incluso la prensa especializada dedica generosos espacios para darle realce a las corridas celebradas en Vista Alegre, gracias a que el público se divierte durante ese ciclo con tanta pasión que a los toreros triunfadores los sacaban en hombros hasta el mismo Puente de Toledo. Los triunfos sirvieron además para demostrar a la empresa de Madrid que El Viti tenía razón, algo aprovechado para hacer publicidad en los semanarios de la época. Porque muchos aficionados fieles a Las Ventas, las dos tardes que toreó El Viti en Vista Alegre regalaron sus entradas para ir a Carabanchel y ver aquel San Isidro Paralelo del que tanto se habló y fue un éxito tan grande que asustó a la empresa de Madrid, porque en los años siguientes ya no ningunearon a ninguna figura para que no volviera a repetirse ese ciclo.

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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